28 junio, 2012

Parasháh 
No.39
 JUKÁT/DECRETO
10 del mes Cuarto del año 5772
30 de Junio del 2012

Lectura de la Toráh
EN EL DESIERTO/BAMIDBÁR/”NÚM.” 19:1-22:1
Lectura de la Haftaráh
Jueces 11:1-33
Brit Ha Dashah:
1 Cor 10:1-14
Por
Julio Dam
Rebe Mesiánico


TODO LO QUE NO SABEMOS
DE LO QUE ELOHÍM CREÓ,
 LLENARÍA TODAS LAS BIBLIOTECAS
DEL MUNDO”

Como mencionamos en una parasháh pasada,
existen tres categorías de leyes:
 los mishpatím/ordenanzas,
 que son hechas para el buen funcionamiento de la sociedad; los jukím/decretos,
 que no son lo suficientemente racionales
para poder ser agrupados en un sistema; y lasmitzvót/mandamientos,
 que no son tan evidentes como los mishpatím,
 pero que pueden ser ordenados por sus principios,
 con la ayuda del estudio.

En esta parasháh se habla de los jukím/decretos,
como el jók de la paráh adumáh/la vaca roja,
que es de la clase de leyes que no tienen explicación lógica
y que hay que aceptar sin pedir explicaciones previas a Elohím.
 Lo interesante y curioso es que, una vez que los aceptamos
 y los comenzamos a cumplir,
 Elohím nos revela la razón por la cual están,
uno a uno, y todo tiene sentido.
 Es por eso que decimos aquí, que lo que NO sabemos
 de todo lo que Elohím creó
llenaría más espacio que todas las bibliotecas del mundo juntas;
 y por eso, debemos cumplir los jukím/decretos
 y después entenderemos.
 ¿Qué es lo que NO entendemos?
¡El mundo entero!
No entendemos nuestra propia naturaleza consciente,
 ni porqué actuamos como lo hacemos,
ya sea consciente o inconscientemente con nosotros mismos,
 con los miembros de nuestra familia,
 nuestros hermanos en la fe
o con las personas de nuestro entorno diario.
Como resultado de esta falta de conocimiento
 de nuestro propio ser y carácter,
 decimos y hacemos cosas a los demás que no debiéramos decir
ni hacer y luego no entendemos el porqué
nuestras relaciones se deterioran,
como si todo no tuviese una razón de ser.
            No entendemos a nuestros familiares
ni hermanos de la sinagoga,
 ni al rabino ni a las demás autoridades;
 qué los impulsa, ni qué los repele ni qué los paraliza.
 Como resultado, no hemos logrado comunicarnos con ellos
en un nivel aceptable, en muchos casos.
         No entendemos a ha satán:
 cómo actúa,
 cómo planea lo que hace en contra nuestra;
 cómo se entera de lo que planeamos hacer o soñamos lograr.
Como resultado,
nuestros sueños se hacen trizas antes de levantar vuelo;
 todo lo que hace ha satán
nos toma por sorpresa
 y no logramos levantar cabeza en muchas áreas de nuestra vida. Muchos están luchando en un área específica durante años
sin lograr el más mínimo progreso,
justamente por no entender las leyes espirituales
que gobiernan el moverse de nuestro enemigo espiritual
 y de sus ayudantes humanos.
         No entendemos por qué alguien está gravemente enfermo
y a punto de morir.
 No entendemos por qué un niño se muere,
 y los adultos a su alrededor siguen viviendo.
Todo se nos hace un enigma insoluble.
 Nuestra mente no puede descifrar ninguno de estos misterios.
         No entendemos el funcionamiento de la historia.
 Para nosotros,
 la historia fue una materia en el colegio solamente,
 bastante aburrida, a la que no le encontramos ton ni son.
 Para otros, podrá tener sentido,
 pero no lo percibimos.
No entendemos qué significa,
 para dónde se dirige,
 ni qué papel jugamos en ella,
si es que alguna vez pensamos en nuestro papel
en la historia del mundo
 o porqué nacimos cuando nacimos
o porqué nos criamos en la ciudad donde nos criamos.
         No entendemos el momento crucial de la historia actual.
 No vemos para nada lo que muy pronto va a suceder
 y cuando suceda no va a tener sentido alguno
para casi nadie de nuestros lectores
 más allá del sentido literal de lo que estará sucediendo,
pero no entenderemos los motivos,
 ni las causas que produjeron lo que va a suceder
-- quizás en semanas--
ni lo que está por suceder en el mundo.
 Todo es un misterio para nosotros
—tan misterioso como para el que no es judío mesiánico,
 cuando tendríamos que saber interpretar las noticias de la TV
como si fuese un libro abierto.
Tendríamos que anticipar lo que está por suceder,
 para prepararnos, pero no es así.
         Como dijimos más arriba:
 lo que No entendemos de Elohím
llenaría todas las bibliotecas del mundo entero.
 Y eso está mal, muy mal.

 No es la voluntad de Elohím que esto sea así.
 Es por nuestra voluntad que sucede.
Es porque pedimos—no, exigimos—explicaciones,
 antes de cumplir losjukím/decretos,
porque no los entendemos.
 Cumplámoslos,
y comenzaremos a entender todo.
         La primera regla para comenzar a entender
 es OBEDECER y no rebelarlos,
 como Kóraj,
 a quien vimos en nuestra parasháh pasada
en su máxime rol de rebelde
en contra de la voluntad de Elohím.
 Si
 “el orden es la primera ley del Cielo,”
 como bien dijo el escritor inglés Pope,
 nuestra obediencia es lo que trae orden a nuestra vida
 y la coloca en el Cielo,
 donde debemos estar.
¡NO HAY DESOBEDIENTES EN EL CIELO!
 ¡NO HAY REBELDES EN EL CIELO!
 “Naaséh ve nishmáh
es lo que dijo el Pueblo Judío:
“Hagamos (primero) y (luego) escucharemos (la explicación)”.
 ¡Bravo!
 Esto es obediencia.
 Esto es digno de imitar.
 Elohím ya nos explicará;
 para eso somos Sus hijos;
 a quienes no explica nada es a los extraños.

         La segunda regla para comprenderlo todo
es ACEPTAR todo lo que nos sucede.
 La aceptación es la segunda regla
 que nos dará comprensión yjajmáh/sabiduría en todo lo que nos rodea. Es una de las cosas más difíciles de lograr,
 el aceptarlo todo,
 especialmente a las personas
 y a nuestras relaciones con ellas.
Especialmente el aceptar lo que JAMAS van a ser
 y que nosotros teníamos esperanzas
 o deseos de que lleguen a ser.

 La aceptación
es un proceso que debe ser acompañado de oración continua. Imaginémonos que estamos en la epoca de Ieshúa
y El es clavado al árbol de olivo.
 ¿Cómo aceptamos que nuestro Mashíaj ya no está,
que está muerto, que todo “fracasó” a nuestros ojos humanos
(porque eso es lo que debían haber sentido los talmidím/discípulos?
La aceptación es parte del pensamiento positivo
 de que hablábamos en parashót pasadas.
 Debemos incorporarla a nuestro vivir diario
 y a la perspectiva/hashkafáh que Elohím nos envía
para entenderlo todo.
La tercera regla
 es DESARROLLAR UNA AMISTAD CON ADONÁI,
 a través de tener a Ieshúa dentro nuestro.
 Junto con la obediencia y la aceptación,
 esta amistad nos hará relacionarnos,
 como con todo amigo nuestro,
 hasta conocernos íntimamente, el menor pensamiento,
 reacción, manera de ser,
 gustos y disgustos,
 en fin,
 todo lo que se desarrolla entre dos personas que devienen amigos. ¿Qué es lo que usted NO sabe sobre su mejor amigo/a?
Casi nada, verdad?
 ESO exactamente es lo que sucederá
 cuando usted logre una amistad con ADONÁI
a través de una conversación diaria con Él.

 Usted le cuenta sus tzúres/problemas
y Él le cuenta cómo resolverlos

 y la relación se profundiza y se ensancha,
hasta que usted, finalmente,
 CONOCE  a ADONÁI
 como conoce a su mejor amigo/a.
NO HAY NADA mejor que esto en nuestra vida espiritual.
 No existe meta más alta posible en nuestro caminar.
NO es fácil.
Ha satán hará lo imposible
 para frustrar esa relación,
 para arruinar esa conversación
y ese crecimiento,
 con tal que usted no logre desarrollarla.
La cuarta regla
 es perdonar
 a nuestros enemigos.
Desgraciadamente, el judaísmo mesiánico,
 sin aparentemente merecerlo,
 ha desarrollado numerosos enemigos
que están colaborando activamente
 con ha satán,
aunque se creen enemigos de él,
 para orar en contra de la destrucción del movimiento.
Las desviaciones que tan pronto se han desarrollado
en el mesianismo son resultado directo
 de estas oraciones en contra.

Pero Ieshúa nos ha dejado una regla
 y lo mismo la Toráh:
 “Perdonad a vuestros enemigos.”
 Diariamente debemos pedir perdón
por nuestra falta de perdón
 y a la vez pedir a Elohím
que ponga perdón en nuestro corazón
 para con nuestros enemigos,
 los que están orando fuertemente
 y ayunando
por nuestra destrucción.
 Esto también es parte del proceso de la aceptación.
 No es fácil perdonar
 a quienes nos están causando directamente el mal,
 pero es la voluntad de Elohím
el que lo hagamos,
 y eso es lo que debemos hacer.
 Ese es otro jók/decreto,
 que no se entiende racionalmente.
 Cuando lo entendemos,
entendemos que es,
 como todo lo que hace Elohím por nosotros,
 para nuestro bien,
 no para bien de nuestros enemigos.
 Nos limpia el corazón
 y nos lo deja puro y resplandeciente,
si es que lo hacemos correctamente,
lo cual no es siempre lo que hacemos,
 ya que pedimos perdón con la boca,
 pero no con el corazón.
 El perdón nos libera de toda atadura espiritual
con la persona o personas
 que son nuestros enemigos,
y deja la venganza a Elohím,
que sabe hacer justicia
mejor que nosotros.
         La quinta y última regla
 es pedir ahaváh/amor sacrificial
 por todos aquellos que nos rodean,
 de una u otra manera,
 desde los miembros de nuestra familia,
 nuestra sinagoga,
 los amigos,
 conocidos,
 compañeros de trabajo
y las personas que Elohím coloca en nuestro camino
para que los ayudemos
y seamos testimonio de que Él vive en nosotros.
 Como ya dijimos antes,
 la ahaváh es,
 fundamentalmente lo que Elohím hace:
 dar. Da ayuda, bendición,
 oración, liberación,
 una palabra de aliento,
 de oración,
 un consejo que venga de Él
(no de nuestra pobre mente),
 una ayuda material,
 un momento de compartir,
 un escuchar los problemas del otro y,
por qué no,
 amar desinteresadamente al otro.
 Todo esto es ahaváh
 y todo esto es lo que Elohím demanda de nosotros.
Como la aceptación,
la ahaváh es un proceso que se va desarrollando

con el tiempo

y con la amistad con Elohím.
Cuando vemos todo lo que Él
 ha hecho por nosotros,
 por ahaváh desinteresada,
 comenzamos a hacerlo
 por los demás.
Que nuestra comprensión
comience a crecer
a medida
que comencemos a crecer nosotros
espiritualmente.
¡UN FELIZ SHABÁT SHALÓM!

22 junio, 2012

 Parasháh
 No.38
 KÓRAJ
3 del mes Cuarto del año 5772
23 de Junio del 2012

Lectura de la Toráh:
 EN EL DESIERTO/BAMIDBÁR/”NÚM.” 16:1-18:32
Lectura de la Haftaráh:
1ª Shmúel 11:14-12:22
Por
Julio Dam
Rebe Mesiánico


COMENTARIO DE LA PARASHÁH

“EL CORAZÓN DE MOSHÉH Y EL CORAZÓN DE KÓRAJ”

Esta parasháh nos habla
 de las dos clases de corazones opuestos que existen en el mundo:
 el tipo de corazón de Moshéh
 y el tipo de corazón de Kóraj.
El hecho que Moshéh y su hermano Aharón se hayan postrado sobre sus rostros para clamar a Elohím,
 en vez de tomar el camino más fácil,
que fue el que tomó Kóraj
 y los que lo secundaron en la rebelión contra la autoridad de Moshéh,
 y por ende, sobre la autoridad de ADONÁI: discutir, gritar, arguir, comenzar una guerra de palabras sin fin, nos revela sus caracteres.
HUMILDAD, SOMETIMIENTO, COMPASIÓN Y ESPÍRITU DE "IR´ÁT ADONÁI/TEMOR A ADONÁI
Esta postura y esta elección de Moshéh nos revela que estaba marcado por cuatro rasgos de carácter fundamentales, que lo hizo ser escogido por ADONÁI para liderar a su Pueblo: (1) su humildad extrema, (2) su sometimiento a la voluntad de ADONÁI, (3) su compasión por los demás, y (4) su Espíritu de temor/Ir´át ADONÁI ante Él. Los cuatro rasgos de carácter reflejan el tipo de corazón que tenía Moshéh y que nosotros necesitamos adquirir, si deseamos servirle como esclavos adoradores/ovdím fieles que debemos ser de Él, como comienza “Romanos 1:1: “Shául, esclavo adorador/ovéd de Elohím....”
La humildad nos hace ver lo que realmente somos, delante del Creador del Universo: nada; polvo (“adamáh”, de donde viene el nombre “Adám”), cuyo destino final es el mismo polvo de la tierra de donde salimos primigeniamente. (La humildad no es igual a “complejo de inferioridad”: este último es con respecto a nuestros semejantes y es dañino el tenerlo y necesitamos sanarnos de él. La humildad se refiere a nuestro auto-concepto respecto a Elohím y es muy favorable el poseerla.)
Dice en Míjah 6:8:”Y qué requiere Elohím de tí sino que camines recto, que ames la bondad y que camines en humildad con tu Elohím?”
La humildad es entender en nuestro corazón, no sólo en nuestra mente, que toda habilidad que poseemos viene de Elohím y no es ningún mérito nuestro. Él nos hizo así para que lo podamos servir mejor. El que CREE esto en su corazón, no en la solapa de su saco, éste es humilde de verdad.
Aun nuestra humildad puede llegar a convertirse en orgullo, sin quererlo. La calma interior/shalváh de Moshéh nace de su humildad, de su no creerse alguien importante. La persona que logra o que tiene de nacimiento esta humildad, esta opinión de sí mismo no busca la luz, no busca el destacarse y el sobresalir sobre los demás, sino que deja—para los que estamos con Elohím—que sea Él quien maneje su vida, ya sea destacándolo, como destacó a Moshéh como líder de todo Israel, o dejándolo en la obscuridad del anonimato. De esta actitud frente a la vida diaria y a sus acontecimientos, surge la shalváh/la calma interior, el shalóm y la falta de ansiedad que todos deseamos para nuestra vida tan agitada de este siglo 21. Esto no significa que ni Moshéh ni los que son como Moshéh no tengan problemas, ni causa para no estar nerviosos ni ansiosos. Causas siempre hay y las habrá. Es nuestra reacción a ellas lo que cuenta. Esta reacción es parte de un esfuerzo de nuestra voluntad y de nuestro carácter, según lo moldeamos. No creo que haya nadie que haya nacido así. Nos hacemos así por un esfuerzo de nuestra voluntad y con la enorme ayuda de la oración y de Elohím, que está a nuestro lado. Parte de esta ayuda es el darnos cuenta y el actuar con este darnos cuenta de que no está en nuestras manos el resolver la mayoría de los problemas que se nos presentan durante el día, sino en las manos de Elohím. Ya que esto es así, ¿para qué preocuparnos?
         ¿Para qué tratar de sobresalir y de hacernos notar, cuando tenemos QUIEN lo haga por nosotros y quien resuelva nuestros problemas? Un ejemplo extremo de esta shalváh/calma interior la tenemos en Ieshúa cuando estaba navegando con sus talmidím/discípulos y el viento comenzó a soplar y los talmidím comenzaron a tener temor de que la pequeña embarcación iba a zozobrar. Sin embargo, ¿recuerdan qué hizo Ieshúa? ¡Siguió durmiendo en la barca! Este es un ejemplo—extremo—de una shalváh que nace de una confianza en que nuestra vidas y nuestra seguridad está en las manos de Elohím y no en las nuestras.
         ¿Está usted teniendo un problema grave en su vida? ¿Quizás una decisión urgente o importante que no lo deja dormir de noche? ¿Un problema familiar que lo preocupa? Recuerde a Moshéh. Ore para tener la shalváh que tenía Moshéh y la dependencia de Moshéh en el Poder/Gvuráh y el control de Elohím sobre su vida. La oración puede cambiar su vida y su carácter, si es usted de los nerviosos y los ansiosos por el futuro y por lo que vendrá. Pida en oración que Elohim le dé la humildad y la dependencia en Él que tenía Moshéh, para que usted se recueste, junto con Ieshúa y espere en Él, sin tener que luchar por su cuenta y sólo luchar cuando El lo ordene. En el centro de la humildad  y del bitajón/confianza en Elohím está la calma interior que todos ansiamos, pero no logramos tener.
         La palabra shalóm/paz (interior) viene de “shalém,” que significa “completo, perfecto.” La paz no es la ausencia de guerra: hay naciones que no están en guerra—todavía—pero entre las cuales no hay paz alguna, así como hay personas entre las cuales no hay guerra pero tampoco hay shalóm. Lo shalém es lo que no le falta nada, lo completo. Una flor tiene pétalos, todos de diferente tamaño y disposición, y sin embargo, se combinan entre sí para formar una forma armoniosa y simétrica que es lo que llamamos “hermosura.” Elohím creó un Universo shalém, perfecto, donde todo combina con todo lo demás, aunque todo es diferente entre sí y donde existe armonía. Una orquesta es un conjunto de instrumentos todos diferentes que tocan la misma melodía en armonía total: eso es shalóm auditivo y es por eso que cierto tipo de música nos trae shalóm a nuestro corazón, porque ya tiene ese shalóm impregnado en la armonía de la ejecución y del sonido.
         Una frase que podemos adoptar para calmar nuestro interior es: “Pongo este problema (nómbrelo) en manos del Todopoderoso Elohím y de Ieshúa ha Mashíaj. Hágase Tu voluntad y no la mía. Dame lo que Tú tienes para darme y no lo que yo quiero.” Después de orar esto, CRÉALO, no siga haciendo lo suyo como si nunca lo hubiese orado. Confíe en que Elohím lo escuchó y actuará de acuerdo a su pedido. Descanse en Él. APRENDA a descansar en Él.
         La otra opción es ser como Kóraj: nervioso, ansioso, revolucionario, independiente de Elohim, buscando el liderazgo, buscando el ser visto y oído, buscando ser el líder de su grupo cueste lo que cueste—y a Kóraj le costó que la tierra lo tragó, a él y a sus compinches revolucionarios que se rebelaron contra la autoridad delegada en Moshéh. La rebelión contra la autoridad es el principio de ha satán y debemos huir de ella, si no queremos correr la suerte de Kóraj y sus compinches.
         Israel es el país de Elohím y es el encargado de transmitir este mensaje al mundo, de ser el Moshéh de las naciones, la más humilde de las naciones, la más insignificante, la menos pretensiosa. Kóraj representa todas las demás naciones del mundo, tratando de sobresalir sobre el resto, tratando de imponer SU voluntad sobre sus vecinos a través de la fuerza y de la coerción.
El judaísmo mesiánico mundial, como el espíritu de Israel que es, tiene una función especial que cumplir en esta época: exhibir este carácter de Moshéh, tanto en sus líderes mesiánicos como en sus sinagogas como un todo: dependencia de Elohim hasta en lo más mínimo; humildad, shalváh interior, sometimiento y espíritu de temor de ADONÁI/Ir´át ADONÁI.
CÓMO LLEGAR A TENER HUMILDAD, SOMETIMIENTO, COMPASIÓN Y TEMOR DE ADONÁI
         Nuestro sometimiento a la Voluntad de Elohím va a hacer maravillas en cuanto a nuestra humildad. El hacer Su voluntad en vez de la nuestra naturalmente nos hace más humildes, ya que comenzamos a ver cómo lo que queríamos muchas veces se cumple, sin esfuerzo casi por parte nuestra (aparte de orar intensamente, claro) y cómo la voluntad de Elohím es lo único que en realidad se va a hacer realidad.
         Dijo Ieshúa en Iojanán/”Jn.” 15:11: “Le dije esto para que mi alegría/simjáh esté en ustedes y la simjáh de ustedes sea total/shalém.”
La alegría espiritual viene de estar en la Presencia de Elohím. Él es alegría; Él es gozo/ósher, por lo que estar a Sus pies todos los días no sólo nos trae conocimiento de Él, sino que nos contagia de Su alegría. Esta es la felicidad espiritual, como dijimos en una parasháh reciente, a diferencia de la felicidad del cuerpo o de la mente. La felicidad espiritual se transmite por Su Rúaj cuando estamos EN Su voluntad y sometidos a Él. Allí desciende sobre nosotros Su shalóm y Su shalváh/calma interior.
Hay varios tipos de sujeción que son necesarias para nosotros:
Sujeción a Elohím. Iaakóv 4:7: “Pónganse debajo de Elohím; resistid a ha satán y huirá de ustedes.”
Someternos a nuestros rabinos mesiánicos. Heb. 13:7 Rom.
Someternos a las autoridades nacionales: 1ª P. 2:13.
Tomar la humillación y el mal que nos dan con calma interior/shalváh (1 P. 3:8-17). Esta shalváh no viene automáticamente. Se cultiva, con lágrimas, muchas veces, con nervios, pero está en nuestra decisión el actuar con shalváh cada vez que nos hacen mal o que nos insultan u ofenden.
Tenemos que aprender a recibir corrección (Mishléi/Prov. 10:17). Muchas veces lo que las personas nos dicen, nos suena ofensivo, es una reprensión de Elohím, pero no lo vemos a Él, vemos a la persona y fallamos en darnos cuenta que Elohím nos está corrigiendo.
Tenemos que aprender a tomar el lugar que nos dan (Mishléi 25:6-7).
Aprendamos a sociabilizar con personas de un nivel social más bajo que el nuestro, como lo hacía Ieshúa (Lc. 7:36-39). Fue criticado por ello.
Por último, aprendamos a perdonar a los demás—TODOS LOS DÍAS. Mt. 23:11.
Tenemos que entender que no hay nada que hagamos que merezca los favores de Elohím para con nosotros. Las mitzvót son una OBLIGACION. No por hacerlas, obtendremos favores. Esto también nos vuelve humildes.
Ieshúa dijo: “Benditos los humildes, porque ellos heredarán el Mimshélet ha Shamáim”.
Debemos despojarnos, diariamente, de todo egoísmo, el centrarnos en nosotros mismos y de toda arrogancia. Si no lo hacemos, no podremos llegar a ser humildes. La persona humilde nos relaja al estar en su presencia; emana una cierta paz/shalóm que los demás no tienen; no sentimos la competencia en la presencia de una persona humilde; no sentimos que somos juzgados y no experimentamos temor alguno.
La compasión por las dificultades de los demás proviene, no de nuestro ser carnal, que es malvado (Be Reshít/”Gn.” 8:21: “Lo que el corazón del hombre concibe es malo desde su infancia,” sino del hombre renovado por el tener a Ieshúa viviendo en su rúaj/espíritu (lo que Reina-Valera tradujo (mal) como “nuevo hombre”). El que adquiere esta compasión es aquel que SE DEJA INFLUENCIAR, TOCAR ESPIRITUALMENTE por el Rúaj ha Kódesh dentro suyo, quien está allí para eso, para mejorarnos, para cambiarnos, para darnos un “áin tov”/”ojo bueno,” que, entre otras cosas, significa “generosidad,” que viene de nuestro corazón, no de nuestra mente. Mishléi/”Prov.” 15:15 dice: “Todos los días del pobre son malos; pero el que tiene buen corazón vive feliz.” El “pobre” aquí es el hombre carnal, el que no conoce a Elohím o no tiene a Ieshúa para cambiarlo y hacer de él un hombre renovado, “a la sombra y semejanza” de Ieshúa. Claro que la voluntad tiene un enorme papel que jugar aquí, especialmente cuando pasamos lo que el N.T. llama “el primer amor.” Al conocer a Ieshúa, todo es “color de rosa.” Pero con los años, volvemos a vivir en la carne, y es allí cuando debemos poner nuestra voluntad en permitirle a Ieshúa cambiarnos, especialmente el corazón. La palabra “lev” significa “corazón”; pero “leváv” comprende todos nuestros rasgos de carácter, tanto los positivos como los negativos. Para lograr eliminar estos últimos, debemos estar constantemente pidiendo a ADONÁI “be shém Ieshúa ha Mashíaj” (con el nombre de Ieshúa el Mesías”) que nos cambie nuestro corazón y coloque el de Ieshúa dentro nuestro, área por área.
El Espíritu (Rúaj) de temor de ADONÁI/ir´át ADONÁI es eso: un Rúaj/espíritu, que debemos pedir, si todavía no lo hemos hecho. Esta es la GRAN clave para no pecar. Muchos están atados a pecados de los que no pueden salirse. El GRAN SECRETO es pedir “Espíritu de temor a ADONÁI/Rúaj Ir´át ADONÁI”. Esto nos va dar la perspectiva correcta: Elohím ve CADA COSA QUE PENSAMOS, DECIMOS Y HACEMOS. Cuando esto penetre en nuestro ser, en nuestra mente y en nuestro corazón, tendremos vergüenza de presentarnos delante de Él sabiendo que vio lo que pensamos, dijimos o hicimos, y no lo haremos más.
Para concluir, debemos examinar todas las semanas nuestro corazón, para ver cuánto de Kóraj tenemos y pedir el corazón y la mente de Ieshúa dentro nuestro, para ser cada vez más como Él.

¡UN FELIZ SHABÁT SHALÓM!