28 junio, 2012

Parasháh 
No.39
 JUKÁT/DECRETO
10 del mes Cuarto del año 5772
30 de Junio del 2012

Lectura de la Toráh
EN EL DESIERTO/BAMIDBÁR/”NÚM.” 19:1-22:1
Lectura de la Haftaráh
Jueces 11:1-33
Brit Ha Dashah:
1 Cor 10:1-14
Por
Julio Dam
Rebe Mesiánico


TODO LO QUE NO SABEMOS
DE LO QUE ELOHÍM CREÓ,
 LLENARÍA TODAS LAS BIBLIOTECAS
DEL MUNDO”

Como mencionamos en una parasháh pasada,
existen tres categorías de leyes:
 los mishpatím/ordenanzas,
 que son hechas para el buen funcionamiento de la sociedad; los jukím/decretos,
 que no son lo suficientemente racionales
para poder ser agrupados en un sistema; y lasmitzvót/mandamientos,
 que no son tan evidentes como los mishpatím,
 pero que pueden ser ordenados por sus principios,
 con la ayuda del estudio.

En esta parasháh se habla de los jukím/decretos,
como el jók de la paráh adumáh/la vaca roja,
que es de la clase de leyes que no tienen explicación lógica
y que hay que aceptar sin pedir explicaciones previas a Elohím.
 Lo interesante y curioso es que, una vez que los aceptamos
 y los comenzamos a cumplir,
 Elohím nos revela la razón por la cual están,
uno a uno, y todo tiene sentido.
 Es por eso que decimos aquí, que lo que NO sabemos
 de todo lo que Elohím creó
llenaría más espacio que todas las bibliotecas del mundo juntas;
 y por eso, debemos cumplir los jukím/decretos
 y después entenderemos.
 ¿Qué es lo que NO entendemos?
¡El mundo entero!
No entendemos nuestra propia naturaleza consciente,
 ni porqué actuamos como lo hacemos,
ya sea consciente o inconscientemente con nosotros mismos,
 con los miembros de nuestra familia,
 nuestros hermanos en la fe
o con las personas de nuestro entorno diario.
Como resultado de esta falta de conocimiento
 de nuestro propio ser y carácter,
 decimos y hacemos cosas a los demás que no debiéramos decir
ni hacer y luego no entendemos el porqué
nuestras relaciones se deterioran,
como si todo no tuviese una razón de ser.
            No entendemos a nuestros familiares
ni hermanos de la sinagoga,
 ni al rabino ni a las demás autoridades;
 qué los impulsa, ni qué los repele ni qué los paraliza.
 Como resultado, no hemos logrado comunicarnos con ellos
en un nivel aceptable, en muchos casos.
         No entendemos a ha satán:
 cómo actúa,
 cómo planea lo que hace en contra nuestra;
 cómo se entera de lo que planeamos hacer o soñamos lograr.
Como resultado,
nuestros sueños se hacen trizas antes de levantar vuelo;
 todo lo que hace ha satán
nos toma por sorpresa
 y no logramos levantar cabeza en muchas áreas de nuestra vida. Muchos están luchando en un área específica durante años
sin lograr el más mínimo progreso,
justamente por no entender las leyes espirituales
que gobiernan el moverse de nuestro enemigo espiritual
 y de sus ayudantes humanos.
         No entendemos por qué alguien está gravemente enfermo
y a punto de morir.
 No entendemos por qué un niño se muere,
 y los adultos a su alrededor siguen viviendo.
Todo se nos hace un enigma insoluble.
 Nuestra mente no puede descifrar ninguno de estos misterios.
         No entendemos el funcionamiento de la historia.
 Para nosotros,
 la historia fue una materia en el colegio solamente,
 bastante aburrida, a la que no le encontramos ton ni son.
 Para otros, podrá tener sentido,
 pero no lo percibimos.
No entendemos qué significa,
 para dónde se dirige,
 ni qué papel jugamos en ella,
si es que alguna vez pensamos en nuestro papel
en la historia del mundo
 o porqué nacimos cuando nacimos
o porqué nos criamos en la ciudad donde nos criamos.
         No entendemos el momento crucial de la historia actual.
 No vemos para nada lo que muy pronto va a suceder
 y cuando suceda no va a tener sentido alguno
para casi nadie de nuestros lectores
 más allá del sentido literal de lo que estará sucediendo,
pero no entenderemos los motivos,
 ni las causas que produjeron lo que va a suceder
-- quizás en semanas--
ni lo que está por suceder en el mundo.
 Todo es un misterio para nosotros
—tan misterioso como para el que no es judío mesiánico,
 cuando tendríamos que saber interpretar las noticias de la TV
como si fuese un libro abierto.
Tendríamos que anticipar lo que está por suceder,
 para prepararnos, pero no es así.
         Como dijimos más arriba:
 lo que No entendemos de Elohím
llenaría todas las bibliotecas del mundo entero.
 Y eso está mal, muy mal.

 No es la voluntad de Elohím que esto sea así.
 Es por nuestra voluntad que sucede.
Es porque pedimos—no, exigimos—explicaciones,
 antes de cumplir losjukím/decretos,
porque no los entendemos.
 Cumplámoslos,
y comenzaremos a entender todo.
         La primera regla para comenzar a entender
 es OBEDECER y no rebelarlos,
 como Kóraj,
 a quien vimos en nuestra parasháh pasada
en su máxime rol de rebelde
en contra de la voluntad de Elohím.
 Si
 “el orden es la primera ley del Cielo,”
 como bien dijo el escritor inglés Pope,
 nuestra obediencia es lo que trae orden a nuestra vida
 y la coloca en el Cielo,
 donde debemos estar.
¡NO HAY DESOBEDIENTES EN EL CIELO!
 ¡NO HAY REBELDES EN EL CIELO!
 “Naaséh ve nishmáh
es lo que dijo el Pueblo Judío:
“Hagamos (primero) y (luego) escucharemos (la explicación)”.
 ¡Bravo!
 Esto es obediencia.
 Esto es digno de imitar.
 Elohím ya nos explicará;
 para eso somos Sus hijos;
 a quienes no explica nada es a los extraños.

         La segunda regla para comprenderlo todo
es ACEPTAR todo lo que nos sucede.
 La aceptación es la segunda regla
 que nos dará comprensión yjajmáh/sabiduría en todo lo que nos rodea. Es una de las cosas más difíciles de lograr,
 el aceptarlo todo,
 especialmente a las personas
 y a nuestras relaciones con ellas.
Especialmente el aceptar lo que JAMAS van a ser
 y que nosotros teníamos esperanzas
 o deseos de que lleguen a ser.

 La aceptación
es un proceso que debe ser acompañado de oración continua. Imaginémonos que estamos en la epoca de Ieshúa
y El es clavado al árbol de olivo.
 ¿Cómo aceptamos que nuestro Mashíaj ya no está,
que está muerto, que todo “fracasó” a nuestros ojos humanos
(porque eso es lo que debían haber sentido los talmidím/discípulos?
La aceptación es parte del pensamiento positivo
 de que hablábamos en parashót pasadas.
 Debemos incorporarla a nuestro vivir diario
 y a la perspectiva/hashkafáh que Elohím nos envía
para entenderlo todo.
La tercera regla
 es DESARROLLAR UNA AMISTAD CON ADONÁI,
 a través de tener a Ieshúa dentro nuestro.
 Junto con la obediencia y la aceptación,
 esta amistad nos hará relacionarnos,
 como con todo amigo nuestro,
 hasta conocernos íntimamente, el menor pensamiento,
 reacción, manera de ser,
 gustos y disgustos,
 en fin,
 todo lo que se desarrolla entre dos personas que devienen amigos. ¿Qué es lo que usted NO sabe sobre su mejor amigo/a?
Casi nada, verdad?
 ESO exactamente es lo que sucederá
 cuando usted logre una amistad con ADONÁI
a través de una conversación diaria con Él.

 Usted le cuenta sus tzúres/problemas
y Él le cuenta cómo resolverlos

 y la relación se profundiza y se ensancha,
hasta que usted, finalmente,
 CONOCE  a ADONÁI
 como conoce a su mejor amigo/a.
NO HAY NADA mejor que esto en nuestra vida espiritual.
 No existe meta más alta posible en nuestro caminar.
NO es fácil.
Ha satán hará lo imposible
 para frustrar esa relación,
 para arruinar esa conversación
y ese crecimiento,
 con tal que usted no logre desarrollarla.
La cuarta regla
 es perdonar
 a nuestros enemigos.
Desgraciadamente, el judaísmo mesiánico,
 sin aparentemente merecerlo,
 ha desarrollado numerosos enemigos
que están colaborando activamente
 con ha satán,
aunque se creen enemigos de él,
 para orar en contra de la destrucción del movimiento.
Las desviaciones que tan pronto se han desarrollado
en el mesianismo son resultado directo
 de estas oraciones en contra.

Pero Ieshúa nos ha dejado una regla
 y lo mismo la Toráh:
 “Perdonad a vuestros enemigos.”
 Diariamente debemos pedir perdón
por nuestra falta de perdón
 y a la vez pedir a Elohím
que ponga perdón en nuestro corazón
 para con nuestros enemigos,
 los que están orando fuertemente
 y ayunando
por nuestra destrucción.
 Esto también es parte del proceso de la aceptación.
 No es fácil perdonar
 a quienes nos están causando directamente el mal,
 pero es la voluntad de Elohím
el que lo hagamos,
 y eso es lo que debemos hacer.
 Ese es otro jók/decreto,
 que no se entiende racionalmente.
 Cuando lo entendemos,
entendemos que es,
 como todo lo que hace Elohím por nosotros,
 para nuestro bien,
 no para bien de nuestros enemigos.
 Nos limpia el corazón
 y nos lo deja puro y resplandeciente,
si es que lo hacemos correctamente,
lo cual no es siempre lo que hacemos,
 ya que pedimos perdón con la boca,
 pero no con el corazón.
 El perdón nos libera de toda atadura espiritual
con la persona o personas
 que son nuestros enemigos,
y deja la venganza a Elohím,
que sabe hacer justicia
mejor que nosotros.
         La quinta y última regla
 es pedir ahaváh/amor sacrificial
 por todos aquellos que nos rodean,
 de una u otra manera,
 desde los miembros de nuestra familia,
 nuestra sinagoga,
 los amigos,
 conocidos,
 compañeros de trabajo
y las personas que Elohím coloca en nuestro camino
para que los ayudemos
y seamos testimonio de que Él vive en nosotros.
 Como ya dijimos antes,
 la ahaváh es,
 fundamentalmente lo que Elohím hace:
 dar. Da ayuda, bendición,
 oración, liberación,
 una palabra de aliento,
 de oración,
 un consejo que venga de Él
(no de nuestra pobre mente),
 una ayuda material,
 un momento de compartir,
 un escuchar los problemas del otro y,
por qué no,
 amar desinteresadamente al otro.
 Todo esto es ahaváh
 y todo esto es lo que Elohím demanda de nosotros.
Como la aceptación,
la ahaváh es un proceso que se va desarrollando

con el tiempo

y con la amistad con Elohím.
Cuando vemos todo lo que Él
 ha hecho por nosotros,
 por ahaváh desinteresada,
 comenzamos a hacerlo
 por los demás.
Que nuestra comprensión
comience a crecer
a medida
que comencemos a crecer nosotros
espiritualmente.
¡UN FELIZ SHABÁT SHALÓM!

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