12 octubre, 2012

PARASHÁH  No. 1
 BERESHÍT/EN EL PRINCIPIO

26 DEL MES SÉPTIMO DE 5773
13 DEL MES DE OCTUBRE DE 2012
por
Julio Dam
 Rébe Mesiánico
Be Reshít/”Gn.” 2:18:
 “Y dijo ADONÁI Elohím: ‘No es bueno que el hombre esté solo;
le haré una ayuda opuesta a él/eeséhlo ezrá kenéguedlo’”.

COMENTARIO DE LA PARASHÁH

“LOS SECRETOS DE UN
MATRIMONIO FELIZ”

LA COMPLEMENTACIÓN DE DOS PERSONAS
OPUESTAS
 
         Existen tres decisiones
 de lo más importantes que podemos tomar en nuestra vida,
 a saber:
1) conocer al Elohím de Israel, Ieshúa, como nuestro Amo y Salvador;
 2) tener una carrera o una profesión o empleo duradero y exitoso;
 y 3) conocer a nuestro futuro cónyuge.
 No nos olvidemos que la raza humana
comenzó con el matrimonio de Adám y Javáh,
 y que el gran final histórico que nos espera
es el casamiento de Ieshúa con Su Prometida judía,
 los judíos mesiánicos de todo el mundo, tanto por sangre como por fe.

         El matrimonio es uno de los símbolos
 más perfectos y claros de nuestra relación con Elohím, 
 ya que Elohím se casó con Israel (Ez. 16),
con la cual hizo una ketubáh (contrato de casamiento),
que es el Tanáj
y Ieshúa se va a casar muy pronto con Su Prometida Judía (Jer. 31:31-37),
con la cual también hizo una ketubáh,
 el Pacto Renovado.
 Sin embargo,
en la vida real, el éxito matrimonial no es algo normal,
sino que es la conjunción de varios factores.

         Uno de estos factores tiene que ver con los pactos.
 Un matrimonio eficaz y duradero,
 es un matrimonio fundado sobre un pacto/brít,
como el del Padre con Israel,
y el de Ieshúa con los judíos mesiánicos por sangre y/o por fe.
Este pacto debe ser hecho entre los cónyuges entre sí,
 y con Elohím.
         A la vez, el matrimonio en sí—y esto es mucho más importante aún—
debe ser hecho “en los Cielos”
 y no sólo en la tierra, humanamente.
 Idealmente, el matrimonio perfecto
es cuando es Elohím quien junta a cada Adám con su Javáh,
a cada hombre con su “ayuda opuesta”.
 ¿Por qué dice en Bereshít
 “ezráh kenéguedló/ayuda opuesta”?
 Porque las personas, aunque parezca extraño,
se llevan mejor, mucho mejor, cuando son muy diferentes,
con habilidades diferentes,
 con carácter diferente,
 y con ambiciones y deseos diferentes.
        La clave de esto es la complementación:
las personas diferentes se complementan entre sí.
 Lo que uno no sabe hacer, o no le gusta hacer,
 lo hace el otro, y viceversa.
 Es por eso que ya Elohím dijo “kenéguedlo”/opuestos,
y así es en la realidad diaria.
         Si el pacto con Elohím está bien fundamentado,
el matrimonio tendrá éxito,
 no importan las circunstancias.
Bien fundamentado, significa, para nosotros,
 fundamentado en la obediencia a Elohím
y en el respeto y en el temor a Elohím.
 La persona que tiene temor a Elohím va a manejar su relación conyugal
 de una manera muy diferente a la que no tiene a Elohím,
 
 o lo tiene, pero no le teme,
 sino que hace su voluntad,
 pase lo que pase:
 y el que no tiene a Elohím o no le teme,
 le va a pasar, porque somos sólo “carne y sangre/basár ve dam”,
como dice en hebreo.
Tarde o temprano, las cosas se pueden poner mal en el matrimonio,
y sin Elohím para sustentarnos,
 y para consolarnos,
todo se deteriora más y más, hasta un nivel irrecuperable.

LA AMISTAD ENTRE LOS CÓNYUGES
       Otro punto importante de un matrimonio exitoso es que, no sólo se lleven bien, sino que lleguen a ser amigos entre sí,
con una verdadera amistad que esté por encima de la relación matrimonial en sí.
 Hay una gran diferencia entre estar casados y ser amigos.
Se puede estar casados, y ser enemigos entre sí,
 o, ni siquiera entenderse entre ambos,
 o estar casados y complementar esa unión con una verdadera amistad,
 sincera y abierta, de ayuda mutua,
de mutuo confort y de tratar de ayudar
 al “amigo” cónyuge en aquello que necesita,
 como todo buen amigo/a lo haría.
 Otro factor en esta amistad matrimonial
es ayudar a subir al cónyuge que está más bajo,
 en cualquier tema de que se trate.
El que sabe hacer mejor algo, le ayuda al que no sabe a subir de nivel
y esto es agradecido por el cónyuge,
lo reconozca o no, lo sepa conscientemente o no,
y la amistad se fortalece.

EL DESEO DE TRIUNFAR
         Un tercer factor en este matrimonio amistoso
 es el deseo determinante de triunfar,
 de lograr tener un matrimonio exitoso,
y no dejarse llevar por los ataques del enemigo
y los estados de ánimo,
enemigo que desea vernos disolvernos, para tener éxito,
 convirtiendo el matrimonio en un round tras otro de boxeo,
ya sea físico o verbal,
 con nuestra ayuda activa.

         El esposo es la cabeza del hogar,
 o debería serlo, según 1ª Co. 11:3: “el esposo es la cabeza de la mujer”.
De otro modo, en un hogar donde el esposo está ausente en la práctica,
 de alguna manera u otra,
 las cosas andan mal,
aunque tome tiempo darse cuenta.
 La mujer es el cuello del cuerpo matrimonial, lo más cercano a la cabeza.
Ella debe apoyar y ayudar a su esposo.
Éste debe aprobarla y elogiarla en todo lo que hace,
especialmente en lo que realmente hace muy bien.
Cuando se actúa así,
se actúa con el deseo de triunfar,
 y Elohím nos va a ayudar a lograrlo,
 porque Él inició ese matrimonio,
si en verdad fue Él.

         Una de las obligaciones más fuertes del esposo
 es brindarle seguridad emocional, religiosa, social y económica a la esposa.
 El esposo es el encargado de proveer para la familia,
 incluido los hijos, presentes o futuros.
 La seguridad emocional, religiosa, social y financiera en la esposa,
es la señal de que el esposo está cumpliendo a cabalidad su función
dentro del matrimonio,
y que todo está yendo como debería ir.
 Cuando uno de estos factores faltan,
el matrimonio tiene posibilidades de comenzar a resbalarse
 y se debe hacer un esfuerzo en reforzar lo que no está bien,
antes que sea demasiado tarde.

         “CONOCIÓ” VERSUS “DURMIÓ”
         Dice en Bereshít 4:1:
“Y conoció Adam a su esposa, Javáh, y dio a luz a Kaín.”
 “Conocer”
tiene una connotación más completa en hebreo que en cualquier otro idioma.
Cuando en el Tanáj alguien no amó,
 ni está casado con una mujer,
pero tuvo relaciones con ella,
dice en hebreo “durmió” con ella,
lo cual representa una gran distancia a “conocer”--
 dentro del matrimonio aprobado por Elohím y guiado por Él.
         Por eso, las relaciones van mejor, mucho mejor,
 cuando todo se hace dentro del marco legal del matrimonio,
y del matrimonio hecho por Elohím,
 cuando nos casamos con la “bashérte”,
 o con el “bashérter”,
 (la/el que estaba destinado por Elohím para ser nuestro cónyuge),
 que es lo ideal para todo matrimonio,
aun hoy en día, que estamos en una época “moderna”.
La ketubáh, el acta de casamiento,
que sella el pacto entre el prometido y la prometida,
es una garantía de bendición de Elohím,
ya que está dentro de Su Voluntad que nos casemos,
 y no que tengamos relaciones íntimas solamente,
sin hacerlo.
 Lo primero es santo y bendecido;
lo segundo es “fornicación” y “adulterio”,
 y trae maldición de Elohím.

         El “conocerse” no es meramente una relación física,
sino un compenetrarse el uno con el otro,
 involucrando todas las áreas de nuestra vida:
la emocional, la social (a los ojos de los demás), la física, la intelectual,
 y especialmente la espiritual,
 a los ojos de Elohím.
Es una apertura de una personalidad con la otra y mutuamente.

                  El conocerse también implica conocerse a uno mismo,
hasta el punto de entender quiénes somos,
 cuál es nuestro destino marcado por Elohím,
y hacia dónde debemos dirigirnos,
 según Su Voluntad.
Al saber esto, sabremos qué nos falta, qué necesitamos, dónde obtenerlo, y con quién. El matrimonio está hecho para completar aquello que a cada uno le falta
para ser un todo.

ENFOCARSE A DAR O A RECIBIR

         Por último, uno de los factores importantes en un matrimonio,
es el decidir enfocarse en dar, en vez de en recibir.
 Elohím es bondad pura, y para exteriorizar esa bondad,
Él creó el Universo,
para poder mostrar y ejercitar esa bondad de dar.
 Elohím no necesita nada de nadie.
 Sólo quiso tener alguien a quien darle Su Bondad.

         En el matrimonio esta es otra clave:
 debemos enfocarnos en dar a nuestro cónyuge,
y no sólo esperar recibir.
 Y cuanto más recibimos del cónyuge,
más debemos comprometernos con nosotros mismos y con Elohím,
en dar a nuestro cónyuge,
para elevar más nuestro matrimonio,
hasta niveles más y más altos,
 haciendo como Elohím y pareciéndonos a Él, cada mes, cada año más.
 Cada vez que damos, estamos imitando a Elohím.
Tenemos que aprender a ver el dar como un fin en sí mismo,
sin esperar nada a cambio,
 sino el saber que estamos imitando a Elohím en ésto,
 y que redundará en beneficio de la felicidad de nuestro matrimonio.

         El amor es un resultado del dar.
Cuanto más uno se dedica a dar,
 más es uno capaz de amar.
 Esto se siente,
 no es necesario estudiarlo mucho,
 porque es auto-evidente en cuanto se pone en práctica.
         Para concluir, debemos estudiar y analizar estos factores
que hacen de un matrimonio un símbolo de nuestro matrimonio con Elohím,
para poder llegar a ser cada año más y más parecido a nuestro modelo
hecho con Elohím.
¡UN FELIZ SHABÁT SHALÓM!

05 octubre, 2012

PARASHÁH
 No. 54

19 DEL MES SÉPTIMO DEL 5773
6 DEL MES  DE  OCTUBRE DE 2012

PARASHÁH ESPECIAL DE SUKÓT

Lectura de la Toráh:
Vaikráh/Y llamó/”Lev.”23:34
Haftaráh:
 Iehoshúa 1:1-18


Por
Julio Dam
     Rébe Mesiánico

COMENTARIO DE LA PARASHÁH

Dice en Vaikráh/Y llamó/“Lev” 23:34:
 “Díles a los hijos de Israel para decirles:
 ‘en el día 15 de este mes séptimo,1
 (es) la festividad de Sukót/Cabañas;
 (por) siete días (los festejarás) para ADONÁI”.
        
La festividad/moéd de Sukót/Cabañas
se festeja durante ocho días,
 incluyendo Shminí Atzéret
(vers. 36), desde el 15 al 22 del mes séptimo, a la caída del sol (del día 22).
 En contraposición a los “Días terribles/Iamím ha Noraím” que hemos pasado,
 Sukót es una festividad cargada de gozo y de alegría,

 por haber sido examinados y habernos examinado nosotros mismos,

 y haber vuelto a Elohím/teshuváh, como Él nos ordena hacer.
 Tanto es así, que en Israel, en los días del Rébe Ieshúa,
el pueblo de Israel festejaba en los campos
y una parte de los compromisos matrimoniales se hacían en este día,
 con la seguridad de que nuestro Elohím
los había perdonado de sus pecados.

Si miramos aún más ampliamente,
en el contexto de todas las festividades que nos dejó Elohím para festejar,
 veremos un iluminador patrón de ascensión de a tres,
que son las tres Dimensiones de Elohím:
 la primera de las grandes festividades/moadím es Pésaj,
 cuyo simbolismo espiritual se encuentra en Mashíaj Ieshúa,
 Su muerte y resurrección,
 como primicias para nuestra propia muerte y resurrección,
 tanto en esta vida, la vida de nuestro ego,
como en la vida venidera/Olám ha Ba,
 cuando estaremos viviendo y reinando con el Mashíaj,
 aquellos que hayamos “hechos nuestros deberes”,
 es decir, hecho Su Voluntad y no la nuestra. (Lc. 6:46).

Esta muerte y resurrección,
es para mostrarnos el camino para que nuestro ego muera,
y Ieshúa viva en nosotros,
 guiándonos minuto a minuto,
 en cada tarea que debemos hacer cada día (Ro. 8:14),
 como bien dijo el Rabino Shául: "...
 porque ya no vivo yo, sino que Mashíaj vive en mí". Gál. 2:20.
 Este morir a nuestro ego,
 y este "Mashíaj vive en mí"
 es todo el propósito del Pacto Renovado:
 mostrarnos una "mejor manera" de vivir,
 de cumplir los Mandamientos,
 de vivir un estilo de vida moral y ético según la Moral del Elohím
y no la nuestra:
ya no guiándonos por la Toráh escrita solamente,
 sino por la Toráh "escrita en nuestros corazones y entrañas" (Jer. 31:31-37)
 que es la definición que nos da la Toráh del Pacto Renovado/Brít Jadasháh. 
La segunda gran festividad/moéd del año es Shavuót/Semanas,
que tiene lugar, como sabemos, cincuenta días después de Pésaj,
 es decir, que hayamos comenzado a hacer morir nuestro ego en el madero.
Shavuót es la festividad del Rúaj ha Kódesh.
Allí el Aliento Santo/Rúaj ha Kódesh de Elohím
se presentó por primera vez a todos los reunidos,
 para ungirlos con Su Poder y Su Verdad.
En la primera festividad,
 hemos aprendido que debemos hacer morir nuestro ego;
 en la segunda,
aprendemos que debemos dejarnos manejar por el Aliento Santo de la Boca de Elohím Padre.

La tercera gran festividad comienza, como sabemos,
con Ióm ha Terúah/Día del toque entrecortado del shofár,
 que anuncia los “Días terribles/Iamím ha Noraím”
que se acercan, para que pidamos perdón por nuestros pecados,
 antes de Ióm ha Kipurím/Día de los Sacrificios Expiatorios.
Todo esto, como vemos, no es más que una preparación anual
para entrar en la Presencia de ADONÁI
en esta festividad/moéd de Sukót/Cabañas.
¿Cómo pecadores como nosotros podemos estar en Su Presencia?
Sólo a través de estos tres pasos previos:
(1) negar nuestro ego,
haciéndolo morir un poco más y mejor cada año;
 (2) recibir y manejarnos diariamente con el Aliento Santo de Elohím en nuestras vidas;
 y (3) pedir perdón por todos los pecados y faltas del período anterior,
 para poder así estar en la Presencia de ADONÁI,
con las vestiduras espirituales más limpias,
 más blancas y vivir así siete días en Su Sukáh/Cabaña.

Así, no es en balde que Sukót es llamado en hebreo “Zmán simjatéinu”/Tiempo de nuestra alegría”.
Sukót es un momento en el año de gozo y de alegría por haber sobrevivido,
 gracias a la misericordia de ADONÁI,
que vino en carne con el nombre de “Ieshúa” (Ioj. 1:14)
 para que nosotros no tengamos que pagar por los pecados cometidos.
 Es una época/zmán de agradecimiento constante y de alegría constante,
en total contraste con los días anteriores.

Históricamente,
 Sukót conmemora la época en que Israel vivía en tiendas de campaña, en el desierto (“Lev.” 23:43).
Asimismo, nosotros ahora mismo,
vivimos “en tiendas de campaña”, en “sukót”
que son nuestros cuerpos.
 Estos nos enfrentan con nuestra fragilidad,
con la volatilidad de nuestras vidas y lo etéreo de esta existencia,
aunque una ciudad moderna parece exactamente lo contrario de volátil y etérea.

La Sukáh también simboliza la Presencia de ADONÁI en esta vida,
con su techo hecho de ramas de palmera, mirtos y sauces,
por los que se pueden ver las estrellas,
 un recordatorio de que ADONÁI está allí,
 más allá de esas estrellas que nos parecen tan lejanas,
 viéndonos y estando nosotros en Su Presencia y en Su compañía.

Además, la Sukáh también simboliza Su cobertura,
como la nube cubría, protegía y guiaba a Su Pueblo, Israel.
 “Y ADONÁI iba delante de ellos, guiándolos en el camino por medio de una nube y por la noche,
por medio de una columna de fuego,
para alumbrarles, para que pudiesen caminar de día y de noche”.
(“Ex.” 13:21) Simbólicamente, la nube es una jupáh,
 un dosel bajo el cual se lleva a cabo los casamientos judíos.
Esto no debe sorprendernos, ya que en varios versículos en el Tanáj,
 se dice que ADONÁI está casado con Israel (Jer. 3:14; Ez. 16 y otros).
 Elohím nos guarda y nos mima, como un esposo mima a su querida esposa.

Así es, hay un Novio que vendrá a buscar a Su Prometida desde una nube,
 los judíos mesiánicos en todo el mundo,
para reinar juntos Mil Años, como anuncia Dan. 7:13: “...
he aquí que, con las nubes del Cielo venía uno como un Bar Enásh/Hombre”.

En esta semana de Sukót, es nuestro privilegio el estar bajo la sukáh,
que representa el estar en la Presencia del Padre y hablarle,
 como le hablaríamos a nuestro padre humano.
 El escucha cada una de nuestras palabras, cada una de nuestras quejas,
 pero más que nada, cada una de nuestras bendiciones por todo lo que Él nos da.
 En el judaísmo rabínico, hay alrededor de cien bendiciones que se dicen,
de acuerdo a la ocasión, desde colocarse el talít para orar,
 como para comer y tomar.

No siempre tenemos buenas noticias que compartir con Él,
pero Él sí siempre tiene buenas noticias que darnos.
 ¿Cuáles son las buenas noticias que tiene para nosotros en este año?

“Yo estoy con ustedes,
con cada uno de ustedes,
 queridos hijos míos. De nada tienen que temer.
De nada tienen que preocuparse,
 porque el Elohím de Israel está con Su Pueblo,
 contra sus enemigos,
 contra quienes los odian,
porque no soportan a quien está detrás de ustedes,
 al Elohím que creó el Universo.
No teman, hijitos míos,
sino que alaben a vuestro Elohím en estos días de Sukót;
 dancen y alaben Mi Santo Nombre”.

Esta es nuestra tarea en esta semana;
 este es nuestro placer en estos días de Sukót,
como se hacía en los días del Rébe Ieshúa, hace 2000 años.
 Se tomaban ramas de palmera, mirtos y sauces y etróg
(una especie de limón grande llamado “cidra” en castellano,
del árbol de cidro (Latín: Cidra Cayote)
y se meneaban las ramas hacia las cuatro direcciones:
Este, Oeste, Norte y Sur,
ceremonia que se conoce como “el mecer el luláv/la palmera”.
 Esto debemos hacerlo hoy en día dentro de la sinagoga,
 junto con las demás ramas y el etróg,
 lo que se conoce como la hakafáh (hacer la ronda)
alrededor de la sinagoga (por dentro). Durante la hakafáh, el rébe mesiánico ora pidiendo a Elohím
que bendiga a cada miembro de la sinagoga mesiánica
y bendiciones para Israel y su tierra y sus habitantes.

A partir de la segunda noche de Sukót,
se derramaba agua, ceremonia conocida como “Simját béit ha shoeváh”,
 tal como lo relata la Mishnáh,
en el libro de Sukót 4:1 y también en Iojanán 7:37-39:

“37: Mas en el último día, el gran día de la Fiesta (de Sukót),
se puso de pie y clamó, diciendo: ‘Si alguno tiene sed, venga a mí y beba.

 38  El que cree en mí, como dice la Escritura,
ríos de agua viva correrán de su interior.

 39  “Y esto dijo del Rúaj que habían de recibir los que creyesen en él;
porque aún no había sido dado el Rúaj ha Kódesh,
porque Ieshúa aún no había sido glorificado.”

La lluvia tiene un significado muy importante en Israel,
ya que es un país con poco agua.
 Esta es vista como una bendición de Elohím.
También es un símbolo del amor de Elohím derramándose sobre Su Pueblo.
 En esta festividad de Sukót,
la lluvia y el agua representan este amor de Elohím para con Su Pueblo,
 tanto hace 2000 años como hoy en día,
 amor que ahora abarca a Su Pueblo por fe,
los judíos mesiánicos por fe,
 que se han dejado injertar en el árbol judío de Romanos 11:17,
 que, por eso, también toman parte del festejo de Su Fiesta en estos días.

Habrá, muy pronto, un Sukót Gadól/un Gran Sukót,
 que es la Segunda Venida del Mashíaj,
Elohím encarnado,
quien extenderá Su tienda/sukáh sobre todos Sus seguidores.
¡Halelú Iáh!
¡UN FELIZ SHABÁT SHALÓM!