14 septiembre, 2012

PARASHÁH
No.51
NITZAVÍM/ESTÁS PARADO
por Julio Dam  
28 DEL MES SEXTO DEL 5772
15 DEL MES  DE  SEPTIEMBRE DEL 2012
Lectura de la Toráh:
 DVARÍM/Asuntos/”Dt.” 29:9-30:20
 Haftaráh:
 Ieshaiáhu/Is. 61:10-63:9
Brit Ha Dashah:
Rom. 10: 6-8
Heb.13: 1-18

COMENTARIO DE LA PARASHÁH
Estamos en una época muy, muy especial
 que en el judaísmo se conoce como
“Iamím ha Kétz” (Daniel 12),
los días del fin
 y dentro mismo de esta época,
 estamos en días muy especiales,
 los llamados “Iamím ha Noraím/Días terribles”
de estas festividades que se acercan.
 Elohím ha creado un Universo totalmente ordenado,
 con una cierta medida de caos,
 que se ha descubierto sólo hace un par de décadas,
 y es la ciencia más nueva de todas,
 aún más nueva que la biogenética y los fractales (1975).
Lo poco que se ha estudiado hasta este momento del caos muestra
 que es un “desorden ordenado”
—lo cual tiene toda la lógica del mundo,
 porque fue creado y ordenado por Elohím mismo.
Como en las películas de “Holy Wood,”
 al final de la película todo comienza a ordenarse:
  el malo y sus secuaces mueren en una explosión,
 y la policía y las ambulancias, que no aparecieron cuando más se la necesitaban,
 vienen ahora, a recoger los restos;
 en resumen, el caos del final se transforma en un “caos ordenado”—
no por Elohím, sino por el guionista de la película, claro.
Y esto nos deja contentos emocionalmente,
porque tenemos una necesidad interior de que todo se reordene después de una hora
y media justa de caos y acción; nos divertimos,
 pero algo en nuestro interior desea que todo se vuelva a poner en su lugar correspondiente, y Holy Wood nos da el gusto,
porque ése es su propósito:
entretenernos. Si las cosas salieran mal al final,
 o si el malo saliese vivo, o si la pareja principal no se uniera al final,
 nos sentiríamos como esas (malas) películas
 donde nos decepcionan con el horrible cartelito:
 “Continuará”.
No queremos que continúe, queremos que todo se ordene,
 como tiene que ser. 
Este es un sentimiento que evidentemente está puesto por Elohím en nuestra psiquis
 y en nuestra mente:
el deseo de un orden final al final del caos ordenado.
Pues bien, esto es lo que Elohím le está prediciendo a Moshéh:
 “volverás a ADONÁI, tu Elohím”.
Las palabras proféticas de ADONÁI a Moshéh:
 “y volverás a ADONÁI, tu Elohím”
 se están cumpliendo delante de nuestras narices.
Este “volverás” no es un simple dar vuelta de rumbo de nuestros pies.
Es un cambiar de rumbo de nuestros pies mentales,
 espirituales y por último, los físicos.

Esta es una época del año hecha por Elohím especialmente para volver a Él,
 para cambiar,
para hacer teshuváh/ de “shúv”, volver.
 Las festividades que se avecinan: Ióm Teruáh
(el día del sonido largo del Shofár),
Ióm ha Kipurím (Día de los sacrificios expiatorios—en lugar de nosotros)
 y Sukót (Cabañas),
 son el largo culminar de las tres grandes fiestas anuales
 que conducen al mismo lugar:
 a la Presencia Kedusháh/Santificada de ADONÁI nuestro Elohím.
Después de estas fiestas,
y después de haber hecho lo que Elohím nos pide,
 podemos realmente esperar el fruto de esta obediencia.
¿Cuál es este fruto?
Está relacionado con las diferentes áreas de nuestra vida:
 nuestra relación con Elohím,
 nuestro corazón, nuestras actitudes, sentimientos y pensamientos,
voluntad hacia nuestra familia, empleo, la relación con los demás,
 con los miembros de la sinagoga, etc.
Nuestra relación personal con Elohím
Elohím nos pide que pidamos perdón
y que nos arrepintamos de nuestra pobre relación con El
 en estos “Iomím ha Noraím” (“días terribles”).
 Debemos recapitular cuál ha sido nuestra relación PERSONAL con El
y dónde hemos fallado en esta área.
 Podemos, por ejemplo,
haber planeado hacer mucho para mejorar esta relación,
pero haber perdido el tiempo, sin fruto visible.
 No debemos perder de vista que el motivo PRINCIPAL
de nuestra vida
es “conocerme/ladáat Otí y entenderme”
(Irmiáhu 9:27).
 Somos, en cierta manera sublime, como un cohete espacial carnal,
 con una cápsula interior espiritual,
 que es enviado al espacio para llegar a cierto planeta a millones de años luz:
cuando llega, ya cumplió su misión,
ya puede descansar en el suelo del planeta con tranquilidad,
porque su misión tuvo total éxito.
 Así somos nosotros. Elohím nos ha enviado en una misión:
 a través de las peripecias de nuestra corta vida,
de los zigzags de nuestra vida llena de sucesos,
de personas y de tragedias,
 conocer a Aquél que nos envió a este planeta.
 Si hacemos esto, hemos tenido un éxito total.
 Si no, todo lo que hemos realizado aquí es “jével”,
cuya mejor traducción es “el vapor que sube de un cadáver en descomposición”,
como lo tradujo el rey Shlómo en su famoso libro
 “Shír ha Shirím/Canto de Cantos”.

Nuestro corazón
La otra área fundamental en nuestra vida es nuestro corazón.
 ¿Cómo está nuestro corazón, respecto a Elohím,
a nosotros mismos, a nuestros familiares cercanos
 (padres, cónyuge, hijos, parientes cercanos),
 a los miembros de nuestra sinagoga mesiánica,
 al país donde vivimos, al mundo exterior?
 Esta es una época de teshuváh también en cuanto a un corazón sanado de todo rechazo, odio, falta de perdón, dureza, indiferencia hacia cada uno de los mencionados
y de aquellos que Elohím trae a nuestro camino,
como los mendigos y las personas que necesitan conocer a Elohím.
Algunos de nosotros tenemos algunos de estos problemas
 de nuestro corazón psíquico que hemos nombrado y no nos hemos sanado. 
Este es el momento de hacerlo.
 Así como hay un momento para plantar semillas en el año,
hay un momento para arrancar estos “yuyos”
 (hierbas salvajes)
psíquicas del terreno de nuestra alma,
 hierbas salvajes que están ocupando el lugar que tendrían que ocupar sentimientos positivos y venidos del Rúaj y de vivir en el Rúaj,
 como los mencionados en Gál. 5:22: “Pero el fruto del Rúaj es ahaváh
(Heb.)/Amor sacrificial,
 óshev (Heb.) gozo, shalóm (Heb.) paz (después de la guerra victoriosa),
 aguante, amabilidad, bondad, emunáh/(Heb.) fe (en la Verdad de Elohím),
 suavidad, control de uno mismo, contra tales no hay Toráh”
 (Lo que muestra que contra las cosas nombradas en el 5:19 sí hay Toráh.)
 Nuestro corazón es un jardín, donde, como en todo jardín,

puede haber hierbas salvajes o hermosas flores,

producto de un cuidadoso, largo y doloroso cultivo,
 los nueve frutos del Rúaj mencionados arriba,
 nuestra verdadera meta psíquica y espiritual.
Nuestros pensamientos,
actitudes y sentimientos
Nuestros pensamientos son lo primero que debemos vigilar,
 ya que es en la mente donde se crean los más grandes pecados,
que luego se ejecutan con las manos (lo que hacemos)
o con los pies, (donde vamos).
 Nuestra mente es otro jardín,
 donde podemos dejar crecer hierbas muy salvajes,
 o hermosos frutos,
pensamientos hermosos y espirituales que nos acerquen a Elohím
y a nuestros semejantes.
 De estos pensamientos saldrán nuestras actitudes hacia Elohím
y los demás y nuestros sentimientos, que están en cierta manera controlados
y dirigidos por aquellos.
Cada uno de nosotros tenemos una cierta “configuración”,
una cierta agrupación de pensamientos, sentimientos y actitudes.
 Algunas de estas configuraciones son casi enteramente saludables,
 como cuando no tenemos ningún rasgo negativo
 (algo realmente poco posible),
 o una mezcla de ambos, que es la configuración promedio,
 la normal.
Los diez días entre Ióm Teruáh e Ióm Ha Kipurím
son los ideales para revisar,
 hacer una introspección detallada con la ayuda del Rúaj  ha Kódesh,
 de nuestra particular configuración,
 de modo que sacar lo que a Elohím le molesta de nuestra conducta
y configuración, y comenzar a plantar aquel fruto que ya estemos listos para plantar,
 ya sea una pequeña semilla de ahaváh
(amor sacrificial de ADONÁI),
o por lo menos amabilidad,
que es una actitud de buena predisposición,
de aceptación y de perdón hacia los rasgos negativos de los que nos rodean,
y que normalmente no aguantaríamos
y de hecho no aguantamos en los demás—
con nosotros somos muchísimo más tolerantes. 
La cobertura de pecados/kaparáh y la purificación/taharáh
Existen dos conceptos claves en estos días noraím/terribles,
 aparte del concepto que ya mencionamos,
la teshuváh,
que los abarca a los dos.
El primer concepto es la “kaparáh”
que es el animal sacrificado en este día por el Kóhen ha Gadól en el Templo
de Irushaláim, y que muere POR y EN LUGAR DE nosotros,
del pueblo de Israel.
 Después de la primera venida de Ieshúa,
 Él es el Kóhen ha Gadól como dice Ivriím/Hebreos 9:25-28
 y El es también la kaparáh ofrecida en Pésaj/Pascua,
 cuya sangre nos absuelve de pecado en esta festividad designada/moéd.
 Todos los judíos mesiánicos que estamos tratando de cumplir los moadím/festividades,

sólo “tratamos”, muchas veces sin ningún éxito.

Estos pecados de NO cumplir adecuadamente los moadím,
 son los que deben ser cubiertos con la Sangre de Ieshúa,
 Quien es nuestra kaparáh y que, gracias a esa cobertura,
 nos absuelve de pecados—
pero no de cumplir la Toráh
ni de decidirnos de una vez por todas a estar “libres de la ley”
como se enseña en el cristianismo
 y en muchas sinagogas mesiánicas.
(La definición misma de pecado es:
 “porque pecado es no cumplir la Toráh”,
 según 1ª Iojanán 3:4.).
 Este es el propósito del Ióm ha Kipurím,
 el de cubrirnos con la Sangre de Ieshúa para los judíos por fe mesiánicos. 
Pero, ¿qué sucede si pecamos de nuevo y de nuevo,
sencillamente, como es el caso de las adicciones,
 porque no podemos dejar de hacerlo,
o porque no podemos una vez o dos evitarlo o porque nuestra configuración mental
 o emocional nos impulsa o nos atrae a hacerlo de nuevo?
Para eso está en el judaísmo,
el segundo concepto clave,
 que es el de la taharáh,
la purificación.
  Mientras la kaparáh viene de Elohím,
de afuera de nuestro ser,
 la taharáh viene de adentro,
de modificar la configuración de nuestra mente,
alma y pensamientos,
de limpiar el jardín de nuestra alma
de aquellas hierbas salvajes que están introduciendo pecado y error
a nuestra alma/mente.
La teshuváh implica una continua, periódica,
 por lo menos semanal taharáh/purificación.
 Con mucha facilidad muchos salen al gimnasio
a poner más músculo en sus cuerpos, pero,
 ¡con qué poca frecuencia vamos a sudar nuestros pecados
y pensamientos e inclinaciones pecaminosas para lograr la taharáh!
Deberíamos abrir un récord/jeshbón ha néfesh con nuestros pensamientos,
actitudes, configuraciones negativas e inclinaciones negativas
y llevarlas en cuenta cada shabát,
el día ideal para hacer un examen de este tipo,
 apuntando por qué y cuándo surgió en nuestra vida
 esta o aquella inclinación al mal
y qué podemos orar
 y pedir o hacer para evitar caer en lo mismo la próxima vez.

¡UN FELIZ SHABÁT SHALÓM!

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