27 septiembre, 2012



PARASHÁH
 No. 53

12 DEL MES SÉPTIMO DEL 5773
29 DEL MES  DE  SEPTIEMBRE DE 2012

PARASHÁH HAAZÍNU/ESCUCHA

Lectura de la Toráh:
 Dvarím/”Dt.”32:1-52
Haftaráh:
 2ª Shmúel 22:1-51
Brit Ha Dashah:
Romanos 12: 9-21.
Por
Julio Dam
 Rébe Mesiánico
 
           “LOS DOS POSIBLES CIMIENTOS DE NUESTRA VIDA” 

 "Haazínu/Escuchen,
 los Cielos y hablaré;
 y oiga la Tierra los dichos de mi boca.
 Gotee como llovizna mi doctrina;
 caiga como el rocío mi discurso,
como viento de lluvia sobre el césped
 y como gotas de lluvia sobre la tierra."
 (Dvarím/Asuntos/"Dt." 32:1.
 
En esta parasháh
después de los días terribles/Iamím ha Noraím
 entre Ióm Teruáh e Ióm Ha Kipurím/Día de los Sacrificios Expiatorios
 y antes de Sukót, donde nuestra vida espiritual es pesada en la Balanza de Elohím,
 es bueno recordar una enseñanza de nuestro Rébe Ieshúa,
 de Lc. 6:46-49:

 “¿Por qué me llamáis, Amo, Amo, y no hacéis lo que digo?
Todo aquel que viene a mí, y oye mis palabras, y las hace,
os enseñaré a quién es semejante:
Semejante  es al hombre que edifica una casa,
el cual cavó y ahondó,
y puso el cimiento sobre roca;
 y cuando vino una inundación,
 el río dio con ímpetu en aquella casa, mas no la pudo mover,
porque estaba cimentada sobre roca.
Mas el que oyó y no hizo, semejante es al hombre que edificó su casa sobre tierra,
 sin cimiento; en la cual el río dio con ímpetu, y luego cayo;
 y grande fue la ruina de aquella casa”.

En primer lugar, el Rébe Ieshúa nos pregunta
 en estas vísperas de Ióm ha Kipurím:
 “¿Por qué me llamáis, Amo, Amo, y no hacéis lo que digo?
 Muchos de nosotros lo llamamos así,
 ¡Y NO HACEMOS LO QUE NOS PIDE!
 Es muy fácil llamarlo “Amo”,
 pero es muy difícil HACER LO QUE NOS PIDE.
Ese es uno de los problemas;
el otro problema
es que TENEMOS NUESTRAS PROPIAS AGENDAS.
 Tenemos cosas que queremos hacer,
 que NO necesariamente corresponden con lo que Elohím desea de nosotros;
 por lo tanto, tranquilamente—hacemos

 LO QUE NOSOTROS QUEREMOS

y dejamos lo que Elohím quiere,
para algún momento que nos sobre,
 y si tenemos ganas,
lo hacemos y si no, no.
Para judíos mesiánicos como estos,
 Ieshúa nos dijo esta mashál/comparación/”parábola” citada arriba:
 “Mas el que oyó y no hizo,
 semejante es al hombre que edificó su casa sobre tierra, sin cimiento;
en la cual el río dio con ímpetu,
y luego cayó;
 y grande fue la ruina de aquella casa”.

Todos nosotros NECESITAMOS de Elohím;
 algunos nos damos cuenta de ello;
 otros creemos que “no tanto,
 yo me arreglo bastante bien así como estoy”.
 Esto, aún después de Conocerlo y Aceptarlo como Mashíaj;

quizás porque no hemos tenido nunca una relación íntima con Él

y sólo una religión. El que sólo ha tenido una religión,
 muy rápidamente puede cambiarla por otra. Total:
 ¿cuál es la diferencia?
 El que ha establecido y nutrido una relación íntima con ADONÁI,
 como ROCA,
teniendo a Ieshúa dentro de su espíritu/rúaj, dirigiéndolo,
 nunca Lo abandona ni Lo abandonará ni renunciará a Él.
 Esta es la clave para entender mucho de lo que está pasando en el judaísmo mesiánico de nuestros días.
Es por eso que nosotros siempre hemos predicado en nuestra sinagoga,
acerca de la relación íntima,
 muy por encima de la religión.
 Religiones hay muchas;

 relaciones íntimas con el Creador del Universo hay una sola.

 ¿La tiene usted?
 Si no la tiene, su casa NO está cimentada en la roca,
 que es Mashíaj Ieshúa.
 ¡Cuidado con los tsunamis,
tanto los físicos como los mentales y los espirituales,
que se pueden llevar su casa y hasta a usted mismo con ellos!
 
¿Qué simboliza la tierra sin cimiento?
 Por un lado, son las enseñanzas basadas en el hombre,
los “mandamientos de hombres”

 de que nos previno Ieshúa (que NO sigamos);

son las doctrinas, costumbres, maneras de vestir,
festividades y otros detalles que Elohím NO enseñó ni va a enseñar,
 porque NO vienen de Él.

También, esta “tierra” metafórica incluye todo aquello que CREEMOS,
 PENSAMOS, HACEMOS,
que NO viene de Elohím
 sino del mundo que nos rodea,
 que es potestad de ha satán,
 no lo olvidemos.
Muchas de las festividades, creencias, diversiones, paradigmas, estilos de vida, palabras que hablamos, festejamos, creemos,
 vienen del mundo
y no de Elohím.
 
Lo más vital que nos falta a muchos
 es la falta de Toráh
en nuestras vidas;
la falta de un estilo de vida moral y ético,
 especialmente, lo que forma parte de esta “tierra” de que habla Ieshúa.
En el judaísmo mesiánico se discute mucho sobre el significado de éste o aquél mandamiento, tanto en la sinagoga como en blogs en Internet,
 acerca de ésta o aquella palabra
(no estamos en contra de estudiar, por supuesto),
 pero, la pregunta que REALMENTE IMPORTA ES:
¿EN QUÉ ESTOY CAMBIANDO EN MI ÉTICA Y MI MORAL,
 respecto a los demás?
En el judaísmo rabínico, no nos olvidemos de esto—el estudio es importante--

PARA PODER CUMPLIR MEJOR EL MANDAMIENTO,
no por discutir o por estudiar de por sí sólo.
 Si vamos a lo primigenio, recordemos que todo lo que está hecho de ladrillos,
 que representan lo humano,
lo que viene del hombre y su mente,
 Elohím rechaza;
 si queremos construir con Él a nuestro lado,
 debemos usar PIEDRAS,
que es una mashál/comparación de lo que Viene de Él,
 lo espiritual.
 Teh./”Sal.” 127:1: “Si ADONÁI no (es quien) edifica la casa,
inútilmente trabajan los obreros...” 

¿Cómo edificar nuestra casa interior, especialmente en estos días,
en que Ióm ha Kipurím ya pasó y Sukót—una festividad que es una mashál/comparación de estar Bajo Su Talít (“Sal.” 91:5)—se acerca?

En primer lugar, TODO debe estar indicado, enseñado y ORDENADO por Elohím.
 Lo que NO es ordenado por Elohím no debemos hacerlo.
 Esta es una lección muy dura para muchos de nuestros queridos lectores,
 lo sabemos, y pocos son los que la aprendemos,
 pero los que lo hacemos, hemos construido y seguiremos construyendo sobre LA ROCA, que es ADONÁI y no sobre tierra porosa.

En segundo lugar, como nos dijo Ieshúa, “Todo aquel que viene a mí,
 y oye mis palabras, y las hace...”.

 En otras palabras, tenemos que
(1) OIR SUS PALABRAS Y (2) HACERLAS.
 ¿Está usted oyendo Sus palabras?
 Porque Elohím nos habla todos los días, muchas veces, varias veces al día,
no sólo verbalmente (en nuestros oídos espirituales),
 sino a través de acontecimientos, personas que nos llaman,
 a través de noticias que vemos en la TV o conversaciones con familiares,
o problemas o enfermedades, tanto a nosotros como a nuestros familiares
 o personas cercanas.
 CRÉAME: ¡ELOHÍM HABLA!
 ¡Somos NOSOTROS
 los que no oímos Sus palabras o señales o advertencias o problemas!

 Es cierto que después de que el Rúaj ha Kódesh vino en Shavuót/”Pentecostés”
 hace 2000 años atrás (Hchs. 2), ahora  cualquier persona puede escuchar Su voz
(con lo que se convierte en profeta); pero no todos lo oyen,
 por una razón u otra.
El problema es que, tampoco oímos los otros canales
 que Él usa para comunicarnos algo para nuestro bien.
¿No será el momento, en estos días tan especiales,
antes de Ióm ha Kipurím, de pedir SUS PALABRAS?

Cuando estaba escribiendo precisamente estas palabras,
Elohím me dijo, calladamente: “Tengo palabras para darte (para esta parasháh). ¡Halelú, Iah! (Como es de costumbre, Sus palabras de profecía, las colocaremos entre comillas y subrayadas, para énfasis.)

“Pueblo Mío. Días negros se acercan para el mundo en general. Días terribles/Iomím ha Noraím. Es imprescindible que vosotros presten atención a Mis Palabras en este día, porque el temor se apoderará del mundo entero, mas no deseo que se apodere de ustedes, que son Mis hijos amados. Vosotros debéis estar en shalóm, al lado de Vuestro Elohím, pensando en Él, no en lo que sucede a vuestro alrededor. Piensen que TODO está bajo Mi control; que “ni un cabello se cae de vuestras cabezas si no es por Mi poder”. Piensen en esto todo el día, todos los días,
 para que “puedan pasar el día malo”.

“Es Mi deseo que oréis a Vuestro Padre Celestial, en el Nombre de Ieshúa, el Mashíaj y Elohím de Israel, para que vuestras almas sean guardadas en todo momento, de todo peligro futuro. Que pidáis a Vuestro Padre que vuestras almas sean calmadas y vuestros temores acallados por vuestra emunáh en Mí,
 por vuestra confianza en Mi cuidado por vosotros.

“Mucho os amo y os guardo. Mucho os quiero, hijitos míos.”

¡Amén! (¡Así sea!)
 
 

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