29 octubre, 2011

Parasháh
 No 1.
Bereshít/Al principio/”
Gn.”Be Reshít 1:1-6:8
Haftaráh Ieshaiáhu 42:5-43:11
24 DEL MES SÉPTIMO DEL 5772
22 DEL MES DE OCTUBRE DE 2011
Por Julio Dam
Rébe Mesiánico


“EL RETORNO AL ÁRBOL
DE LA VIDA”


En esta parasháh comienza un nuevo ciclo de comentarios de la Toráh, con el capítulo más clave y más profundo de toda la Toráh, donde Elohím revela secretos sobre muchos temas, desde la Física de Partículas, hasta el secreto de los números, aun cuando muchos no nos hayamos percatado de ello.
Be Reshít 1 (“Gen. 1) es la historia tanto de la infancia del Universo físico, mental y espiritual, como del hombre como ser histórico, con casi siete mil años de existencia.
Una pregunta que se nos viene a la mente de todos (¿a usted no se le ocurrió, también?) cuando leemos todo el capítulo uno, es porqué ADONÁI permitió que Javáh comiera del árbol prohibido y así fueran echados del Gán Éden (Jardín del Edén) tan pronto, al “comenzar la película”. La respuesta la podemos encontrar aquí: tenía que ser así, ya que lo que el Tanáj en general nos relata, como decíamos más arriba, es el relato del hombre histórico, desde su infancia como bebé, pasando por su adolescencia, su madurez, su adultez y su vejez histórica, que es precisamente en nuestros días. Be Reshít ejád (“Gen.”1) es la historia del hombre en su etapa oral. Todos los bebés alrededor de los ocho a diez meses de edad, llevan todo a la boca. La boca se convierte en el centro de su ser y eso es lo que sucedió con Javáh y con Adám que comieron del único árbol que no podía comer, del étz ha dáat tov va ráh (EHDTVR en sus siglas en hebreo) (árbol del conocimiento del bien y del mal). El acto de comer simboliza su etapa de bebé y es por eso que ADONÁI permitió que lo hicieran, porque tenían que trascender esa etapa, crecer, hacerse niños, adultos  y ancianos, dentro del marco de la historia. (Esto NO quiere decir que Adám y Javáh no fueron rebeldes a la orden de Elohím). Sí lo fueron, sólo que esa fue SU parte en el asunto. La parte de “bebés” fue la parte de Elohím.
Por otro lado, el comer del árbol del bien y del mal simboliza algo muy grave, que es la “declaración de independencia” del hombre histórico frente a Elohím. Con ese acto de desobediencia y de desafío frente al Único Elohím, se concretó un “frente unido” delante de Elohím de todas las naciones (descendientes de Iafét y de Jám, excepto Shém, que es sólo Israel, ya que es la única que tiene el Rúaj de Elohím). Este frente unido, primero fue liderado por Nímrod, quien en hebreo es llamado como “négued (en contra) de Elohím” y el segundo Nímrod, que es el Pseudo Mashíaj (“anticristo”), quien ya está en la escena pública, actuando ya.
El propósito de esta rebeldía contra Elohím es sustituir a Elohím por la Razón, la Ciencia y el Conocimiento, e implantar un mundo donde Elohím no tiene arte ni parte, sino sólo el hombre “científico.” Así, con ese comer a la vez físico pero también altamente simbólico, el hombre en su etapa de bebé, concretó su separación de Elohím y salió de la unidad de que hablábamos en nuestro artículo de la semana pasada sobre sukót y le fue denegado el acceso al étz ha jaím/árbol de la vida (eterna).
Esta etapa de ateísmo mundial comenzó ya en el Siglo XVIII en Europa, donde desde hacía siglos, los efectos destructores de la religión, hicieron mella en las mentes europeas, que, indignadas con la religión imperante, se unieron al grito de guerra de Voltaire contra el imperio-iglesia: “¡Ecrasé l´infame!” (Abajo el infame (¡Elohím)!), cuando lo que tenía que haberse dado cuenta (él y el mundo entero) era que el “infame” no era Elohím, que permite el libre albedrío, sino sus llamados “representantes en la tierra.”
Esta visión es una de las dos visiones que imperan en el mundo: en ésta, la visión optimista de la historia, el hombre es nacido bueno, “Dios” no existe y hay que rechazar toda religión como una superstición para gente ignorante; y todo tiene solución, ya sea el hambre, las guerras, la injusticia, el poder, la igualdad o cualquier otro problema, mientras que se apliquen las soluciones correctas. La otra visión, que es la que surge de una correcta lectura de la Toráh, dice todo lo contrario: el hombre adámico está caído, está infectado con el mal, ha satán influye en el mundo, y la única solución es acercarse a Elohím (para los judíos) y cumplir Sus Mandamientos y a Ieshúa, para los gentiles/góim, quien los acerca al Padre, para también cumplirlos.
El ateísmo, que es la concreción de la primera visión, en realidad, no es más que otra religión, con sus Dioses, sus demonios, sus santos y su visión de un futuro mejor para el hombre. Las grandes religiones tienen la visión de la relación entre el hombre y Elohím. Esta tiene la visión del Hombre sin ningún Dios que se interponga en su camino y en su voluntad. Esta es una visión de la mente liberada del Hombre por la fuerza única de su inteligencia y de su razón y su conocimiento científico, redirigiendo el destino de la humanidad.
Así como Copérnico desplazó a la tierra del centro de la galaxia sustituyéndola por el sol, así el ateísmo desplazó a Elohím del centro de Universo, sustituyéndolo por el Hombre “razonador,” con un simple trazo de la pluma: negando la existencia de Elohím. Esta es una visión práctica, usando a la ciencia y a la tecnología y excluyendo todo método no científico y “místico” para resolver los grandes problemas de la humanidad: la pobreza, el hambre y las guerras continuas. El ateísmo comienza en la mente, no en el mundo físico. Es por eso que enseguida de comer del árbol del bien y del mal, Adám y Javáh se vieron desnudos. Fueron sus mentes las primeras afectadas por esta nueva arma de ha satán, el “Supremo Arquitecto” como es llamado en ciertos círculos.
Esta filosofía tiene una visión, como dijimos, pero también tiene un plan extremadamente práctico. Su visión apunta al futuro; su plan es su fe extremadamente fuerte de dar vuelta el presente hasta que se adapte a la visión del  futuro, que es por medio de la política.
Una de las armas más fuertes que posee es la capacidad de inspirar en el hombre contemporáneo, desprendido de la fe de sus ancestros, (o aun dentro de grandes religiones, tanto la judía como las cristianas) de esta nueva fe. La fuerza de esta nueva fe es tal, que le brinda al nuevo convertido una razón para vivir y lo que es más fuerte, una razón para morir, lo cual, ciertamente que es una fuerza enorme.
Estábamos describiendo, claro está, la nueva religión del Pseudo-Mashíaj, como lo hemos mencionado más arriba.
Estamos pasando, ahora mismo, no por “El choque de civilizaciones” de que nos hablaba el profesor Samuel P. Huntington en su libro del mismo nombre de hace unos pocos años, sino por “La guerra de las religiones, de las fes diferentes.”
Lo que pocos saben, y nosotros, como judíos mesiánicos y mesiánicos renovados debemos saber es que en esta guerra de las fes, no es el ateísmo ni el islamismo quien va a ganar, sino Ieshúa ha Mashíaj y Su Prometida judía/Kaláh, quienes vamos a reinar durante Mil Años desde Irushaláim y “la cabeza de la serpiente será pisada” para regocijo de todos nosotros.
Durante los casi siete mil años pasados desde Adám, Elohím ha cuidado del hombre, haciéndolo crecer históricamente, desde el bebé en la etapa oral en que estaban Adám y Javáh hasta el hombre adulto, dentro del judaísmo escritural, preparándolo y preparándonos, para el “hombre renovado” judío, de que habla el Rébe Shául, el hombre espiritual, guiado por el Rúaj de Elohím, como dice Rom. 8:14.
Durante este crecimiento, Elohím desea conducir al hombre espiritual judío--un remanente más que  minúsculo dentro de los 6900 millones de personas vivas en el mundo en este momento--por medio de su inserción en el árbol de olivo de Rom. 11:17.
Esta inserción debe tener un efecto calculado: la absorción de sus ramas de la cultura y de la civilización judía escritural (no tradicional), especialmente del componente más importante de una cultura, que es su fe, que se refleja en todo lo que esa cultura produce (arte, literatura, ciencias, puntos de vista, valores, ética, moral, etc.). Este injerto, a su vez, si produce y en quien produzca buen fruto, sacará a esas ramas injertadas del árbol del conocimiento del bien y del mal y lo insertará de nuevo (por fin!) en el árbol de la vida/étz ha jaím, pero ya no de un bebé, sino de un judío adulto, que ha vivido, que ha sufrido (mucho) y que ya no lleva a la boca lo primero que le inducen a ponerse, sino que se comporta y tiene la perspectiva del mundo/ perspectivah olamít de Elohím, la única que lo va a llevar a ser parte del Milenio y del Reino de Ieshúa ha Mashíaj.
Ya hemos citado en nuestro libro, “Una Comprensión Judía de Romanos: Introducción” pág. 26 (ya agotado), la enorme contribución de los judíos a la humanidad—contribución que ninguna persona no judía, excepto este autor, ha señalado, el cristiano Thomas Cahill, según lo publicó el diario israelí Haáretz en su edición del 28 de julio de 1999: “La especial y energética influencia de los judíos a la cultura en todo el mundo y por lo tanto, la contribución de los judíos como inventores de la Cultura Occidental es en sí misma, única. Simplemente, no hay nadie como ellos. No es posible imaginar los más grandes movimientos de liberación de nuestro tiempo sin referencia a la Biblia. Sin la Biblia, no podríamos ver la emancipación de los esclavos, la mejoría en los sistemas carcelarios, los movimientos anti-bélicos, los movimientos obreros, los movimientos por los derechos humanos y varios movimientos de las naciones más pobres. La democracia surge directamente de la visión judía del individuo. Cada individuo es valioso porque cada uno está hecho a la imagen y de Dios y cada uno tiene su destino personal y único. Los judíos nos han dado lo exterior y lo interior. De los judíos es la visión del mundo y de la vida...Soñamos sueños judíos y tenemos aspiraciones que son judías. La mayor parte de nuestros mejores conceptos, de hecho, nuevo, aventura, sorpresa, individuo, único, vocación, tiempo, historia, futuro, libertad, progreso, espìritu, fe esperanza, justicia—son regalos de los judíos”.
     ¿Por qué ni el citado Huntington ni ningún historiador famoso (como Toynbee) han citado jamás las enormes contribuciones de la civilización y la cultura judía, mientras que Huntington, para dar un ejemplo contemporáneo, cita a los “hititas”? Mientras la población judía del mundo es más que insignificante (¡O,025 de los 6900 millones de personas!), como decíamos al principio, el porcentaje anual, año tras año de premios Nobel ganados por judíos ronda el 40% como mínimo! (fue del 47% en 1987, que fue el único año en que hice el cálculo preciso), aun cuando, los ganadores son descritos como “norteamericano”, sus nombres son: “Friedman” u otro nombre obviamente judío. (Este mismo mes fue la semana de la entrega de los premios Nobel. Véalo por usted mismo: Cinco de los premiados son judíos, aunque serán catalogados como “norteamericanos”).
Aquellos de nuestros lectores atentos, habrán notado que algunas de las contribuciones citadas por Cahill forman parte del sueño del “hombre científico” y esto no es casualidad. Es parte de lo que hemos llamado “las guerras de la fe” actuales, donde cada uno desea que SU fe sea quien haga las mejoras y realice la visión, ya sea la del ateísmo o la de Elohím. ¡Mas son los hijos de Elohím los que lograrán la victoria y los laureles, Barúj Elohím, volviendo al árbol de la vida y viviendo ahora y en la eternidad junto a nuestro Ába, Papito Celestial, mediante el perdón y el arrepentimiento en las festividades que acaban de terminar!

¡JAG SAMÉAJ! (FELIZ FESTIVIDAD DE SUKÓT  Y SHMINÍH ATZÉRET)!

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