25 mayo, 2012

Parasháh
 No.34 
BAMIDBAR/EN EL DESIERTO
Lectura de la Toráh:
 Bamidbár/En el desierto/"Núm"1:1-4:20
Haftaráh:
 Hoshía 2:1-22
Brit Ha Dashah:
Hch 7:35-44
Por
Julio Dam
Rébe Mesiánico 

COMENTARIO DE LA PARASHÁH

"EL VERDADERO PROPÓSITO DE

LAS MITZVÓT/MANDAMIENTOS

DE ELOHÍM"  

En esta porción/parasháh de la Toráh,
Elohím nos habla del censo de los Bnéi Israel/Hijos de Israel.
Uno de los más importantes propósitos del censo, 
para Elohím, es preparar a Su Pueblo para servirlo.
 Este servir a Elohím
 es establecer una relación eterna con el Creador
 que sólo trae bendiciones--si uno lo obedece.
Además, Elohím menciona dos destinos para Israel:
 o se levantan para la grandeza histórica
 a que estaban destinados o para ser destruidos.

 O van a tener éxito en conquistar Israel o, 
si fallan en seguir a Elohím, 
si desobedecen, 
van a ser derrotados al intentarlo.
Porque, como sabemos,
 el Pueblo de Israel mostró no estar preparado para obedecerlo
 y fue desechada esa generación, 

excepto un remanente, 

la invitación de Elohím probó después 
ser un presagio de lo que vendría.
Con la promesa de grandeza que vendría después,
 al remanente que sí obedeció a Elohím,
 también vienen las responsabilidades.
 Cuanto más grandeza, más responsabilidades.
Entonces, una pregunta surge:
 ¿para qué son los Mandamientos/Mitzvót
¿Para qué las instituyó Elohím?
 y ¿Qué podemos aprender de la respuesta?

LA META DE LAS MITZVÓT

En el plano más superficial/pashút
las mitzvót/mandamientos
 son para beneficiar a nuestros compañeros/reá (“prójimo”). 
No está mal la idea y cualquiera puede ver que es muy bueno 
si podemos beneficiar a alguien 
haciendo algo para Elohím,
 cumpliendo Sus Órdenes.
Sin embargo, 
aunque esto sí es uno de los objetivos de las mitzvót
y de paso, mejorar el mundo en que vivimos, 
el objetivo final no es éste. 
Existe otro objetivo intermedio,
 que es la recompensa en el Mundo Venidero/Olám ha Bá
algo que tampoco está nada mal. 
¿Quién va a objetar ser recompensados
 en el Olám ha Ba por lo que hacemos ahora por los demás?
 No creo que haya NADIE que tenga objeción alguna.

 Toda cosa buena que hagamos por los demás
 no es sólo con el objeto de beneficiarlos directamente, 
(aunque el beneficio está allí y es bueno), 
sino que, en el fondo, es para dejarles libres
 (a la persona que beneficiamos) 
y a nosotros,
 para comunicarnos con Elohím 
y permanecer en esta comunicación por toda la eternidad.
 De hecho, creemos que todos los Mandamientos/Mitzvót de Elohím tienen como meta que el hombre ame a Elohím,
 no sólo que el hombre ame al hombre.
 Los que tenemos “suerte”
 estamos aquí setenta u ochenta años.
 En el judaísmo se acostumbra a decir:
 “¡Bis a húnderd und tzwántzig!/
¡Hasta los ciento veinte (años)!”. 
Pero mirando para atrás,
 para los que ya hemos gastado 
gran parte de ese capital de tiempo, 
nuestra vida no tiene sentido alguno,
 teniendo en cuenta que es la única que tendremos.
Cualquier meta que sea realmente buena,
 es eterna.
 Cualquier bien que no sea eterno,
 no es realmente bueno,
 sólo por un corto tiempo es bueno.

¿Cómo saber si algo es bueno? 

La vara para medirlo es si le va a dar vida eterna. 
Cuando un judío mesiánico
 se toma de los Mandamientos para cumplirlos, 
se está asiendo del Olám ha Ba,
 porque eso es lo que tendrá como resultado final, 
si persiste en cumplirlos.

Pero si un hombre no se agarra de los Mandamientos
 y vive una vida carnal, 
tomado de sus deseos y sus fantasías,
 vive una corta vida y muere para siempre, 
como cualquier otro animal.

Las Mitzvót
 nos perfeccionan en este mundo/Olám ha Zé 
y nos preparan para el Mundo Venidero/Olám ha Bá

Algunos Mandamientos 
mejoran nuestras relaciones interpersonales, 
pero todos los Mandamientos
 mejoran nuestra relación con Elohím aquí,
 en este mundo y en el venidero. 

De allí la suprema importancia de 
(1) estudiarlos y
 (2) comenzarlos a hacerlos,

 de a poco, en una espiral ascendiente en calidad,
 desde lo más pobre hasta lo mejor que podemos hacerlo
 en unos años a partir de ahora.

Ahora, es cierto, 
aprovechamos el tener mejores relaciones 
con nuestros familiares y compañeros, 
pero en el fondo, la meta es tener una mejor relación con Elohím 
a través de nuestra obediencia
 a Sus Mandamientos.

No nos olvidemos cómo comenzó la historia: 
con Adám y Javah

 y UN SOLO MANDAMIENTO:

 “NO comerás del árbol del conocimiento
 del bien y del mal/étz ha dáat ha tov varáh.” 

Y ése solo mandamiento no pudieron cumplir. 

Y fueron echados por no cumplir

 UN solo mandamiento.

 ¡Ahora, tenemos 613 para cumplir! 
La Obediencia a Elohím es MUCHO más importante 
y clave de lo que podemos imaginar.
 Este ejemplo de Adám nos tendría que dar que pensar.

LOS DIEZ MANDAMIENTOS Y CÓMO NOS ACERCAN A ELOHÍM

1.    Yo soy IHVH, Tu Elohím, Quien te sacó de la tierra de Egipto/Mitzráim (“trabas”), de la casa de esclavitud.

2.    No tendrás otros Dioses ante Mí. 
No te hagas escultura ni imagen alguna 
de lo que hay arriba en los Cielos ni abajo en la tierra,
 ni de lo que está en el agua. 
No te Prosternes delante de ellas ni las adores,
 pues Yo soy  Tu Elohím, celoso,
 que castiga la maldad de los padres
 a los hijos hasta la tercera y cuarta generación.

3.    No jures en el Nombre de ADONAI, Tu Elohím en vano, 
pues ADONAI no absuelve a quien toma Su Nombre en vano.

4.    Ten presente el día Shabát
 para santificarlo. 
Seis días trabajarás
 y harás todo tu trabajo, 
pero el día séptimo
 es shabát,
 consagrado a ADONAI, Tu Elohím; 
no hagas ninguna tarea, 
ni tú, ni tu hijo, ni tu hija,
 ni tu sirviente, ni tu sirvienta, 
ni tu animal, 
ni el extranjero que está dentro de tus portones.

5.    Honra a tu padre y a tu madre,
 para que tus días se alarguen 
en la tierra que ADONAI tu Elohím te da.

6.    No asesinarás.

7.    No cometerás adulterio.

8.    No robarás.

9.    No hablarás falso testimonio 
contra tu compañero.

10.          No codiciarás la casa de tu compañero; 
no codiciarás la esposa de tu compañero, 
ni su criado, ni su criada,
 ni su buey, ni su asno,
 ni cosa alguna de tu compañero”.

Los Diez Mandamientos
 abarcan todas las áreas de nuestra vida,
 ya que los primeros cuatro son para con Elohím; 
el quinto es para la familia 
(aunque nuestros padres representan a Elohím,
 como nuestra autoridad en la tierra); 
y cuatro últimos son con relación a las personas
 con quienes convivimos,
ya sea que compartamos o no.
Son los límites que Elohím 
nos coloca para tener Su bendición/brajáh
Debemos examinarnos atentamente, 
para ver dónde estamos bien 
y en qué áreas necesitamos modificar nuestra conducta diaria.

Los Diez Mandamientos 
son el regalo más preciado 
y preciso que Elohím nos dejó,
 ya que es el camino recto que nos dirige hacia Él 
y hacia las personas a nuestro alrededor.

La meta más importante del hombre judío
 por sangre y/o por fe,
 es poner todo nuestro esfuerzo
 y perseverancia en cumplir Sus Mandamientos, 
de modo que podamos, cada día, 
tener los cambios que nos brindan nuevas lecciones, 
nuevos caminos,
 nuevas formas de pensar 
y nuevos patrones de vida;
 y a través de eso,
 tener cada día un reencuentro con Elohím, 
una teshuváh
un volver más y más cerca a Elohím, 
ya que, cuando cumplimos lo que El nos pide,
 comenzamos a experimentar libertad 
a todo lo que estamos atados 
y que está impidiendo 
que Su voluntad se cumpla en nuestras vidas.
La condición para cumplir Sus Mandamientos 
que Elohím nos ordena,
 necesitamos un corazón humilde y sumiso, 
de modo que El pueda ayudarnos 
a incrementar en nuestras vidas, ésos mandamientos, 
ya que por nuestra cuenta,
 eso será muy difícil.

Los Mandamientos 
son la segunda receta para la salud espiritual, 
después de la primera, 
que fue la orden de no comer del árbol 
del conocimiento del bien y del mal, a Adám.

Cada vez que cumplimos un mandamiento/mitzváh,
 estamos restaurando parte de nuestra vida,
 ya que estamos dejando atrás 
lo opuesto a lo que Elohím nos pide.

Y esto hace que, cada día estemos más cerca de El 
y con una relación más profunda y significativa.

En el primer mandamiento de todos,
 vemos Quién es realmente Elohím:
 el Elohím de Israel, 
EL UNICO ELOHÍM QUE EXISTE; 
amoroso, misericordioso,
 lleno de bendiciones para aquellos que le obedecen 
(para su propio bien).
 Con Él debemos establecer una relación 
y con nadie más.

En el segundo mandamiento,
 nos ordena del “nadie más”: 
no debemos tener ningún otro “Dios”
 que no sea el Elohím del Pueblo Judío.
 Podemos tener otro—pero no debemos;
 allí entra la obediencia de nuevo.


 Ninguna estatua ni ninguna imagen 
de ninguno de los millones de dioses 
que existen en el planeta 
deben estar en nuestra casa.
 Hasta los tataranietos de aquellos que hacen esto, 
van a sufrir las consecuencias.


 También hasta nuestros tataranietos 
van a tener la bendición de conocer 
y adorar al Único Elohím que existe.

 El tercer mandamiento,
 que habla de no jurar en falso,
 mintiendo,
 nos infunde el debido respeto por Elohím, 
que no teníamos.
 Después de leerlo y entenderlo, 
sabemos que Elohím es algo demasiado precioso
 para USARLO en decir nuestras mentiras.
 Esta mitzváh l
e otorga a Elohím
 el valor que siempre debió tener: 
¡el máximo!

El cuarto mandamiento 
es uno de los más útiles, 
ya que nos OBLIGA a no trabajar en shabát 


(que va desde el viernes a la caída del sol
 hasta el sábado hasta la caída del sol) 
y por lo tanto, 
nos abre una ventana de vacío 
que DEBE ser llenada con Su Voluntad. 
Una cosa que muchos no logran captar
 es que el shabát 
NO NOS PERTENECE. 
No es un día más, 
que podemos hacer lo que quiéramos.
 Es un día de Elohím,
 de Su Propiedad.
 El nos tiene que decir a cada uno de nosotros
 qué hacer en este día 
y debemos de preguntárselo.

Este proceso de
1. Entender que no es nuestro el shabát 
y que 
2. Debemos de preguntarle a Elohím qué hacer, 
nos abre la puerta a 
3. El entender y aceptar que debemos hacer Su voluntad 
en ése día. 
Esto, a su vez, nos une con El,
 ya que estamos sólo yo y El en shabát,
 y nadie ni nada más que se interponga en nuestro camino.


 Elohím hizo el shabát
específicamente para este propósito: 
para que nos veamos OBLIGADOS 
a dejar de hacer lo que usualmente hacemos,
 nuestro trabajo o nuestras obligaciones 
y le dediquemos ese día a estar en Su compañía.


 Muchos judíos mesiánicos 
por Internet me preguntan cómo deben pasar el shabát
Justamente, esto es lo que deben entender:
 que el shabát 
no nos pertenece; 
que debemos PREGUNTARLE A ELOHÍM 
qué hacer en elshabát
en cada shabát.

Una de las primeras veces que le pregunté,
 hace unos veinte años atrás, 
me dijo que llamara por teléfono a una amiga
 que teníamos con mi esposa, 
cuando todavía no teníamos la sinagoga mesiánica
 y éramos cristianos.
 Hice eso y me atiende el esposo, 
diciéndome que su esposa (mi amiga) 
estaba internada en tal sanatorio. 
Voy a verla y allí está su papá, 
que había venido de otro país a verla al sanatorio. 
Hablando con el padre, le hablé de Ieshúa 
y saliendo a mi automóvil, 
allí él acepta a Ieshúa y nunca más lo vi de nuevo. 
Muchos años después,
 me enteré que había fallecido
 sólo unos meses después de que aceptó a Ieshúa en mi automóvil,
 sólo porque yo quise hacer ése shabát Su voluntad. 
¡Ahora entiendo que, por 
(1) cumplir un Mandamiento y
 (2)  preguntarle, y 
(3)hacerlo, un alma está ahora disfrutando en el Cielo 
para toda la eternidad!
 Debemos percibir al shabát 
como una invitación al Palacio Real de Elohím,
 a estar en Su Presencia.


 ¿Le gustaría a usted que lo inviten a un Palacio Real?
 ¡Está usted invitado, todos los shabatót!

El quinto mandamiento
 “Honra a tu padre y a tu madre” 
significa, entre otras cosas, 


no faltarle el respeto, no gritarle,
 no considerarlos como iguales a nosotros 
o “anticuados”.
 ¿Por qué este mandamiento?
 Porque nuestros padres representan a Elohím en la tierra, 
a nuestras autoridades, a quienes debemos respeto, 
como se lo debemos a Elohím. 
De nuevo, lo que decíamos al principio de esta parasháh: 
que cada mandamiento/mitzváh
en realidad, es un método de Elohím
para lograr Su unidad con cada uno de nosotros. 


Nuestro éxito con nuestros padres,
 llega a ser nuestro éxito con nuestra relación con Elohím. 


En otras palabras, aquellos que logramos “honrar a nuestros padres”, 
en el fondo, estamos honrando a Elohím,


 que es, precisamente, 
el propósito del quinto mandamiento. 
Vemos así como cada mandamiento 
toca un área diferente de nuestra relación con Elohím,
 como una orquesta toca con instrumentos diferentes, 
pero la misma melodía y con armonía.

El sexto mandamiento, 
“No asesinarás”
 (si lo traducimos bien del hebreo), 
no sólo se refiere al asesinato físico, 
sino al asesinato moral y mental, 
así como lo es el noveno.


 Cuando hablamos mal de alguien,
 lo que en el judaísmo se conoce como “Lashón ha ráh”,
 es una forma de asesinato verbal 
que tiene sus consecuencias psíquicas y mentales, 
especialmente para la persona “asesinada” 
verbalmente, 


aunque también para nosotros,
 que somos los que hablamos mal,
 ya que espiritualmente nos atamos a la otra persona, 
con cadenas espirituales que ni sabíamos que existen.

El séptimo mandamiento 
es similar al sexto,
 como bien lo dijo Ieshúa,
 que no es necesario en realidad serle infiel a nuestro cónyuge, 
sino que el sólo desear, 
ya es adulterio (mental y volitivo). 


Este mandamiento también tiene que ver con Elohím, 
porque el adulterio 
es una forma baja de idolatría: 
en vez de desear estar con el Único Elohím, 
los idólatras desean y están
 con formas inferiores de deidades.

El octavo mandamiento, 
“No robarás”,
 en relación con Elohím 
nos recuerda la respuesta del Rébe Ieshúa 
a los líderes religiosos de Su época: 
“Den al César lo que es del César 
y a Elohím lo que es de Elohím”;
 en otras palabras: 
no le roben a Elohím lo que le corresponde,
 ya sea el tiempo, 
el honor o el respeto que Elohím se merece.

Y por último, 
el décimo mandamiento 
(ya que el noveno ya fue comentado antes), 
“No codiciarás”,
 nos habla de nuevo de una armonía como el de una orquesta,
 donde el trombonista no desea ser el pianista, 
ni el pianista sueña con ser el baterista, 
ya que cada uno tiene su lugar en la orquesta de Elohím.
 La codicia es, en el fondo,
 una falta total de Perspectiva de Elohím. 
Elohím ya nos asignó un lugar en Su Orquesta;
 lo único que nos toca hacer 
es aprender a tocar nuestra melodía
 lo mejor posible,
 PARA ELOHÍM,
 no para el público humano.
¡UN FELIZ SHABÁT!

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