10 mayo, 2012


Parasháh 
No. 31
EMÓR/DIGA"
20 del Mes Segundo del 5773
12 de Mayo del 2012
Lectura de la Toráh:
 Vaikráh 21:1-24:23
Lectura de la Haftaráh
Ezekíah: 44:15-31.

Por

Julio Dam

Rébe Mesiánico Renovado


“LA ESENCIA DE LA VIDA Y
LAS
FESTIVIDADES/MOADÍM”

En esta semana, la Toráh sigue hablando—
casi monotemá-ticamente—de la santidad/kedusháh
de la necesidad de que los kohaním/sacerdotes
 eviten la contaminación con los muertos 
y en el capítulo 23 de Vaikráh, nos habla de las ocho festividades

 (una semanal, el shabát)

 y siete festividades anuales 
que se agrupan en tres grandes festividades
/moadím anuales: Pésaj, Shavuót ySukót.
         ¿Qué relación hay entre el no contaminarse con tocar muertos,
la santidad y los tres moadím/festividades anuales?
         Elohím es VIDA ETERNA/Jaím Olám 
y no hay nada de muerto en Él.

 Él es la esencia de la Vida, 

de la cual nuestra vida física es un pálido reflejo,
 apenas menos que un cerrar de ojos 
en el eterno transcurrir del Paraíso con Él a nuestro lado; 
o la luz de una sola lámpara
 comparado con el resplandor enceguecedor de una bomba de hidrógeno explotando a la vista nuestra.
Así también, la muerte es un “salirse de las reglas” de la Vida Eterna que Elohím le dio a Su creación, Adám y Javáh.
 Mas, al desobedecer,
 una parte de esa vida eterna salió de la raza humana
 y comenzamos a morir, 
algo que se revertirá muy pronto, 
cuando Ieshúa el Mashíaj y Cuerpo de Elohím venga 
y comencemos a reinar con Él Mil Años, sin enfermedad, sin envejecer, sin morir.
         Por el momento, hasta que esa gloriosa época comience, 
el contacto con los muertos nos contamina, 
ya que nos recuerda la desobediencia de Javáh 
y el precio que toda la raza humana pagó por ello:
 el ser expulsados del Gán Éden.

 Esta desobediencia es a la que se refirió Ieshúa cuando le dijo al joven que debía sacar los huesos de su padre y colocarlos en el osario,
 (1) pero que también quería seguirlo:
 “Deja que los muertos (espirituales, en vida) 
entierren a sus muertos (físicos)”.
         Ese fue precisamente uno de los más grandes propósitos
 de Elohím Padre al tomar un Cuerpo y llamarse Ieshúa: 
descender a este exilio donde la raza humana pasa su historia 
y salvar y rescatar de él a millones de millones de almas 
que anhelan conocerlo a Él, Rey de reyes y Señor de Señores. 
Para venir a completar a Su Prometida, 
el Mashíaj vino a ser uno de nosotros,

 “Imánu Él” (“Elohím con nosotros”).

 Después de Su muerte y resurrección, 
Su Rúaj está aquí para vivificarnos, para santificarnos, 
para apartarnos del mundo pecador 
y “darnos vida  y vida abundante”.

         Nuestra vida carnal es, entonces, 
sólo un pálido reflejo de la vida espiritual 
que nos espera a aquellos que OBEDECEMOS a Elohím,
 tratando de agradarle y de “cumplir Sus Mandamientos 
para tener derecho al árbol de la vida” 
como dice en Rev. 22:14 
en griego y por supuesto, en el original hebreo.
         Todo el Universo no es sino una métafora
 del Universo espiritual que nos aguarda, 
algunos para estar con Él y a otros, 
para estar alejados de Él, 
de acuerdo a nuestras decisiones
 y calidad de vida espiritual y mental 
que estemos viviendo en este momento y en el día de hoy.

         La esencia de la vida es, entonces,
 Elohím mismo viviendo  EN y DESDE nosotros,
 a través del Mashíaj y del Rúaj vivificándonos 
y transmitiéndonos Su vida y un poco de Su eternidad 
para cada uno de nosotros cada día de nuestra vida terrena.

         Esta vida plena se puede simbolizar por la luz, 
que es un emblema de muchas cualidades asociadas a Elohím:
 lo espiritual, eterno, lo que alimenta
 (en un sentido espiritual), 
lo puro y el poder de la luz en su velocidad 
(no hay nada en el Universo más veloz), 
que—a su vez--es una metáfora de Su revelación 
y de Su comunicación con aquellos que lo escuchamos 
y sentimos Su presencia en nosotros.

         Esta luz que es Elohím 
decidió construir para nosotros, como pozos de agua en el desierto, 
las ocho grandes festividades/moadím
para que recordemos sus significados 
y sus “llamados a la santidad”(mikréi kódesh). 
Cada una de estas festividades 
es una cita con una de las Dimensiones de Elohím.

Pésaj es la metáfora de nuestro encontrar al Mashíaj y Elohím para ser salvos y rescatados de este exilio/galút que es nuestra vida terrena y comenzar nuestra libertad/jerút, hacia la libertad eterna,
 que es vivir con Elohím para siempre.

Shavuót (que está por venir) es otra metáfora: la de nuestro encontrarnos con la Toráh (en el Sinái) y con la Toráh internalizada en el Rúaj ha Kódesh, en “vuestras entrañas y corazones” como dice en Jer. 31:33. Este es el verdadero significado del “Brít Jadasháh”=el tener la Toráh internalizada en “vuestras entrañas y corazones” para poder cumplir la Toráh con más facilidad y con la ayuda del Rúaj viviendo EN y DESDE nosotros.

Sukót es la metáfora del sumum, de la suma de Pésaj más Sukót= el llegar a la Presencia de Elohím Padre limpios y santificados hasta un punto, por lo menos, por haber encontrado al Mashíaj verdadero y caminar hacia nuestra libertad en Él (DE ha satán y del pecado) y por tener al Rúaj dentro nuestro, indicándonos Su Verdad eterna y Su Toráh.

         Aquí, en estos dos conceptos distantes,
 la esencia de la Vida Eterna y las tres grandes festividades,
 tenemos nuestra meta, 
el propósito de toda la vida humana en la tierra: 
el encontrarlo y el “conocerme y entenderme”, cada vez más, 
cada vez más profundamente y más íntimamente,
 como se conoce a un gran amigo,
 como se conoce a nuestro cónyuge 
y con quien se comparte nuestra vida. 

No en balde Elohím es llamado 
el Esposo de Israel
 ni Ieshúa es llamado
 el Novio de la Prometida,

 ya que hay un matrimonio y por lo tanto, 
una relación colectiva implícita 
en esas palabras y conceptos.

EL CAMBIO CONTINUO: LA ESENCIA DE LA VIDA ESPIRITUAL
        
El camino a una vida espiritual es el cambio continuo,
 como el ascender alHár Tzión/Monte Tzión en Ierushaláim. 
Este es un principio fundamental dentro del judaísmo mesiánico 
 En realidad, debemos visualizar el cambio espiritual 
como un ascender el Har Tzión
Una vida espiritual siempre igual, 
es como una cascada de agua corriente, 
que de pronto se estanca 
y pronto se llena de larvas de mosquitos 
y de suciedad y comienza a oler mal. 

Exactamente lo mismo sucede 
con nuestra vida espiritual y mental. 
Debemos estar preparados 
y mentalmente dispuestos a cambiar continuamente
 nuestra caja de creencias 
y no permitirnos el estacionarnos 
dentro de ella y quedarnos allí por años, 
como muchos creyentes lo hicieron y siguen haciéndolo, 
porque no saben otra cosa.

Claro que el cambio es estresante, 
demasiado estresante para la mayoría.
 El resultado es el estancamiento
 y eso es lo que no debemos admitir en nuestra vida espiritual.
 Elohím y especialmente Su Rúaj es una cascada de agua fresca 
que fluye continuamente, 
diferente en cada segundo.
 O bebemos de esa cascada, 
o nos veremos obligados a beber del agua estancada.

         También es de esperar 
que haya dentro nuestro lo que podemos llamar
 “terroristas mentales” 
que sabotean todo nuestro esfuerzo para cambiar. 
También las podemos llamar
 “interferencias”
 con nuestro propósito para cambiar.
 Uno de estos terroristas mentales
 es el temor al cambio y al estrés que el cambio trae consigo.
 El cambiar de religión es muy difícil,
 especialmente cuando toda nuestra familia está en contra.

 Allí es donde debemos decidir qué es más importante:
 la Verdad de Elohím 
o nuestra paz/shalóm espiritual y mental.

Si estamos lo suficientemente crecidos espiritualmente hablando, 
ya sabremos que la Verdad de Elohím es lo más importante—

a la larga—para nuestra vida espiritual,
 aun cuando esto signifique un sacudimiento 
de nuestroshalóm familiar.

 Elohím sabrá premiarnos por nuestra confianza en Él 
y el anteponerlo a Él primero, 
en vez de a nuestra familia o amigos que piensan diferentes.
 No estamos diciendo que es fácil de hacer,
 porque no lo es,
 pero DEBEMOS hacerlo,
 si es que deseamos que Elohím esté satisfecho con nosotros 
y que caminemos en la Verdad de Él
 y no en el engaño de ha satán,
 que rodea el mundo como una sábana negra.
 ¡UN FELIZ SHABÁT!

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