21 julio, 2011

Parasháh : MATÓT/TRIBUS
Lectura de la Toráh: Ba Midbár/En el desierto/"Núm."30:2-32:42
Lectura de la Haftaráh: Irmiáhu 1:1; 2:3
21 DEL MES CUARTO DEL 5772/23 DEL MES DE JULIO DE 2011
Por Julio Dam
Rébe Mesiánico

COMENTARIO DE LA PARASHÁH 

“¿QUÉ HERENCIA NOS DEJÓ
ELOHÍM”

En este pasaje/parasháh se habla de la herencia a las diferentes tribus.
 Es bueno entender y hacer parte de nuestra personalidad
 la clase de herencia que Elohím nos legó a nosotros,

 los judíos por sangre y por fe.

         El Imperio Greco-Romano versus Israel,
Goliát versus David
 es un estudio en contrastes que nos pueden enseñar mucho de esta herencia.
 Grecia nos legó:
 la fantasía de que todo se puede resolver con la razón,
 con el conocimiento (gnosis/gnosis),
 de donde heredamos las religiones gnósticas,
 que se han infiltrado en más religiones de lo que pensamos
 a través del vehículo del Imperio/Iglesia Romana.
 La otra gran infiltración es la que se ha logrado entre
 la falsa dicotomía entre El Único Elohím
(el de Israel y ningún otro “Dios”)
y la ciencia, como si esta última no fuese creación de Elohím también,
 y por lo tanto,
 al alcance de aquellos que nos interesan ambas esferas del conocimiento.
         La segunda dicotomía que nos legaron
 fue la esquizofrenia del espíritu/rúaj versus el cuerpo,
 donde el cuerpo es “malo” y el “alma” (que confundieron con el rúaj/espíritu)
 es bueno y por lo tanto: “¡Abajo el cuerpo!”,

 dando lugar a los monasterios ,
diciendo el hombre que predica la palabra no puede convivir en pareja,
 la misma que fue creada por Elohím.

         La tercera fue “la belleza del cuerpo”
 venido de la Grecia repleta de homosexuales.

         El Judaísmo Escritural y su continuación,
el Judaísmo Mesiánico de nuestro Mashia Ieshúa,
en cambio, no tiene su confianza en la razón ni en la mente ni en la ciencia,
sino en Elohím y en la Revelación de Elohím,

 como medio para lograr todo:
desde el acercarse a Él,
 como el des-cubrir algo que el Creador ha reservado
para Sus hijos.

 (¿Por qué si no, el 90 por ciento de los Premios Nobel,
 científicos muy famosos y descubridores del último siglo
son judíos por sangre,
aunque se los llame “alemanes”, “polacos”, “norteamericanos” o “ingleses”
 tanto en Medicina como en Física,
como en cualquier ciencia a la que nos acerquemos?

 (En 1987, un año en que este autor llevó la cuenta,
 por puro interés, nada menos que el 47 % de los ganadores del Nobel fueron judíos,

 cuando la población mundial judía es
 ¡de un minúsculo quinto del uno por ciento!
 (0.025%) ¡Los Premios Nobel de Física, ganados por judíos de sangre,
 solamente en el Siglo XX, fueron 44 en 88 años, uno cada dos años!

Fuente:http://www.science.co.il/Nobel.asp?s=ph&sort=y&ord=a&cit=y

         Para el Judaísmo, como dijo el escritor norteamericano Matthew Arnold (que NO era judío):

“Los griegos adoraban la santidad de la belleza.
 Los judíos encontraron belleza en la santidad”.

         Mientras que Roma representa la fuerza del cuerpo  y las piernas del ídolo.,  Daniel 2:33
Grecia, la fuerza de la mente.

 la mujer colectiva en tres dimensiones (Mente, Espíritu y Cuerpo),
 es representada por el Estado de Israel,
su gobierno, su tierra, los judíos no mesiánicos
 y los judíos mesiánicos por sangre y  por fe en todo el mundo.
      
   ¿EXISTE UN DESIGNIO EN EL MUNDO?

Mientras que todos los historiadores de renombre
no han podido localizar ningún designio en el mundo,
 debido precisamente a la esquizofrenia entre la mente y el espíritu
 en que el mundo Occidental se mueve,

 el filósofo norteamericano Eric Hoffer dijo algo bien trascendental:
”Si Israel no triunfaba al final de la historia,
entonces,
 la historia no tenía ningún significado que brindarnos
 que fuese de valor”.

Quizás esto se deba a que se puede percibir la Historia
 y escribir sobre ella a partir de dos enfoques fundamentalmente divergentes:

un enfoque (supuestamente) objetivo,
 en el cual uno se limita a relatar los hechos
y dejar que los lectores saquen sus propias conclusiones;
 y el otro enfoque, interpretativo,
 aunque subjetivo por necesidad,
 donde el historiador trata de encontrar un patrón
 o una serie de ellos que permita a sus lectores
 poder interpretar conceptos fundamentales sobre la Historia
 que una mera recolección de fríos hechos no ofrece.

 Para los primeros,
 las “civilizaciones” con mayúscula son Sumeria,
 Egipto, Mesopotamia, los hititas, etcétera.

Ni Israel ni el judaísmo como civilización
 jamás son mencionados para nada por ninguno de ellos,
 como ya dijimos.
(Esta flagrante omisión, dicho sea de paso, no es muy objetiva tampoco.)
       El segundo enfoque para percibir la Historia,
 el histórico-interpretativo, es el de Hoffer, citado más arriba.
 Esta segunda percepción yo la resumiría
en lo que dice Ezekíah/“Ez.” 5:5,

 que Israel es el centro del mundo:

 “Káj amár Adoní IHVH: “Zót Irushaláim; be tój ha góim sámtiah ve sovivoníh artzót/
Así habló ADONÁI: “Esta es Irushaláim; en el medio de los góim/idólatras. la coloqué y alrededor de las naciones/twura hytwbybow hytmv Mywgh Kwtb Mlswry taz hwhy ynda rma hk”.

 Podremos comprender la historia desde la perspectiva omnisciente de Elohím,
como vimos en Ez. 5:5 y lo decía Hoffer-
si es que tratamos de percibirla con este método interpretativo,
 que rinde mayores beneficios que el método supuestamente objetivo,
 consistente en una mera colección mnemotécnica de fechas,
que no nos aporta nada de las profundas
y extremadamente valiosas lecciones que la historia nos puede enseñar.
1. La triple identidad  judía

        Elohím le ha dado a Su esposa,
 el Pueblo Judío (Irmiáhu/“Jer.” 3:14) un enorme,
 invaluable tesoro que el mundo y sus intérpretes
 han dejado a un lado como si no existiese.
Este tesoro consiste de
(1) una triple identidad;
 (2) una perspectiva judía del mundo; y
(3) una contribución al mundo,

 tres factores claves que constituyen gran parte de su destino.
 En primer lugar,
 nos dio una triple identidad
(“espíritu, alma y cuerpo” de 1ª Ts. 5:23),
 la identidad mental de hebreos
(de “ivrí”: “el que cruzó el río (Iardén)”;
la identidad espiritual de judíos
 (“adoradores de ADONAI IHVH”);
 y la identidad corporal de israelíes(Hombres con TORA),
 los habitantes físicos de Israel.
 Nuestra identidad mental es fundamental para nuestro crecimiento en Mashíaj.
 El “ivrí,” el que cruzó—mentalmente—el río Iardén,

 comienza a pensar como un judío
 y ya no como un gói, si es que pide este cambio de mente a Elohím en oración.
 “Los judíos” pasan a ser “nosotros” y ya no “ellos”
y entendemos que el pueblo judío por sangre
 en todo el mundo
 constituye la mente/alma de la mujer colectiva llamada Israel.


 Cuando llegamos a ser “israelíes,”
 el Zionismo, la creencia que debe existir una nación-estado judía en la tierra de Israel
 (el cuerpo de la mujer colectiva, Israel)
comienza a formar parte de nuestras creencias
 y todas las nociones contrarias a ellas pierden todo valor moral y ético
 frente a la Voluntad de Elohím.

Es por eso que, los judíos,
se puede decir que
somos una religión (en el espíritu),
 una nación, con la tierra de Israel, (el cuerpo)
 y una cultura, la judía (la mente),

 a diferencia de muchos otros pueblos,
que sólo son lo uno o lo otro.

         Desde el punto de vista de la adquisición de una identidad
y de una identidad propia (cómo nos percibimos a nosotros mismos),
Elohím desea que veamos que,
 tanto los judíos por sangre
 como los judíos por fe--los mesiánicos (JM)
 somos parte de Israel
(su espíritu, según Ezekíah 37:1-6; 38 y 39)
 y por lo tanto, de un destino especial,
Am Seguláh/Pueblo Atesorado;

 no somos parte de los góim/los gentiles idólatras/naciones idólatras y no judías.

Por el hecho de formar parte
 por nacimiento o por fe,
del pueblo judío
el alma de Israel

tenemos un destino fijado.
Mientras que el mundo gói se guía por un calendario (erróneo)
 fijado por el monje católico de origen escita Dionysius Exiguus (año 525 D.M.),

el concepto de tiempo en el judaísmo ha tenido siempre dos polos opuestos:
 del exilio a la redención mesiánica,
 pasando—para nosotros los mesiánicos
por la muy próxima Segunda Venida del Mashíaj Ieshúa,
 venida que está prefigurada ya en el Zionismo,
 es decir, en el restablecimiento--después de 1878 años--del Estado de Israel y por la inserción mental y en muchos casos, física, de los mesiánicos al espíritu de la mujer colectiva llamada Israel, según Ez. 37:6.

2. La perspectiva judía del mundo
       El lograr hacer todo esto,
ofrece una perspectiva totalmente distinta de la vida,
una perspectiva judía,
 el segundo de los tesoros dados por Elohím,

en el cual
Él
 juega un papel fundamental
 y también nuestra obligación
 con nuestro vecino está allí,
 siempre presente.

 Esta perspectiva judía termina siendo una cultura judía,
con una escala de valores,
 como el estudio de la Toráh
(y el estudio en general como algo fundamental),
el estudio de los idiomas como el hebreo (y otros)
 y una civilización judía mundial e histórica.
 Vemos así, cómo, a partir de cumplir unas reglas,
 las mitzvót,
 se construye primero
 una identidad,

 luego una perspectiva distinta,
 judía, y esta crea una nación,
 y esta última una contribución;
 que forma una cultura,
 y la afirmación y continuación de esta cultura,
 con o sin una nación física,
 da nacimiento a una civilización judía e histórica,
 que ya tiene 3300 años de edad.

Las mitzvót:
 los cimientos de una perspectiva judía.


Elohím, entonces, le dio a Su Pueblo,

 el Pueblo Judío,

 la salvación de sus cuerpos y de sus almas/mentes
a través de una conducta, de actos concretos,
 como las mitzvót/mandamientos,
 que logran la salvación del cuerpo,
y del estudio de la Toráh,
 para cambiar sus corazones y mentes,
 lo cual logra la salvación de sus almas.
 Las mitzvót, por ejemplo, el shabát, constituyen, además,

 los cimientos de
 una perspectiva de la vida
 y de la realidad,
una perspectiva judía
 que supere la realidad material
y sensorial que nos asalta y nos rodea.

Sin estas mitzvót,

 somos conquistados por la realidad
 sensorial y material y tragados por ella

 y pasamos a ser parte de la percepción gói de la vida y de la realidad.

           Las ceremonias del shabát,
con el encendido de sus neerót/lámparas de aceite,
 las oraciones y el esfuerzo por estar en la Presencia de Elohím,

 convierten al shabát en un día separado y separador
 del resto de los días de la semana.

Esto crea un espacio vacío en la semana donde introducir la presencia de Elohím.
 Aquí entra a funcionar algo concreto,
 algo emocional acerca del shabát;
pero también algo mental, la voluntad de tratar de cumplir el shabát,
 y en el JMR I y II, la ajdúd, la unión,
 la unión espiritual con Elohím a través de tener a Ieshúa y al Rúaj ha Kódesh dentro nuestro.
 Este espacio vacío (como el shabát y las demás fiestas/moadím)
 son para ahondar nuestra relación con Elohím por medio de las mitzvót del cuerpo y del alma y espíritu/rúaj y mejorar nuestra relación con nuestro vecino (judío) y aquellos (no judíos) que necesitan ayuda.
 En el judaísmo rabínico, esta ajdúd/unión se hace a través del estudio de la Toráh;
 en el judaísmo jasídico a través de los nigúnim/canciones de shabát en una atmósfera de éxtasis;
y en el JM/JMR debería hacerse en forma periódica

por medio de conversaciones con ADONÁI

 a través de tener a Ieshúa dentro nuestro y de Sus revelaciones especiales,
según Gál. 1:10-11 y Ef. 1.17: “Rúaj Guilúi/Espíritu de revelación y Rúaj Jajmáh/Espíritu de sabiduría.”
Los cuatro niveles creados por las mitzvót.
Por eso, el cumplimiento de los Mandamientos
 crea valores en cuatro niveles cada vez más altos en el que los cumple:
 a nivel de individuo,
 como familia,
como cultura
 y por último,
 a nivel de civilización.

 Forma espacios vacíos, que son llenados por transacciones de santidad/kedusháh con Elohím; nos moldea el carácter y nos cambia la conducta. En el JM/JMR II, sustituye todo lo anterior por la presencia transformadora de Ieshúa dentro nuestro, quien es el que nos ayuda a cumplir las Mitzvót por y a través de nosotros—siempre que se lo pidamos y nos moldea y ablanda el corazón y el rúaj, algo imposible de hacer para los judíos pre-mesiánicos, ya que ellos no tienen al Rabino Ieshúa.
Relación entre las mitzvót y la creación. Veremos a continuación, qué relación tiene la creación con las mitzvót. Con respecto a las mitzvót/mandamientos, Elohím creó al hombre/Ben Adám “wntwmdk wnmlub/betzalménu, kidmúténu/a Nuestra imagen y a Nuestra semejanza”. Así, si existe un área en que nos hizo semejantes a Él, es en la capacidad de creación.  Le preguntaron a un famoso pianista y director de orquesta acerca de la música. Su respuesta es bien reveladora para lo que tratamos de explicar; dijo que cuando una música no se ejecuta, ésta no existe en el mundo físico—hasta que se toca; hasta ese momento sólo es un pedazo de papel blanco con símbolos musicales en tinta negra.
       Igualmente, cuando comenzamos a cumplir las mitzvót de Elohím, recién en ese momento estamos creando algo: es recién en ese instante que los mandamientos salen a la luz. Si no hay quien cumpla las mitzvót, estas no existen en la realidad del mundo. Los mandamientos son como una partitura musical. Si no hay una orquesta que toque esa partitura, hasta que no se toque, esa obra no adquiere existencia en el mundo físico. Veamos la capacidad del hombre de crear: cuando hablamos, estamos creando algo; cuando hablamos con Elohím, estamos creando algo; cuando cumplimos una mitzváh, estamos creando en la realidad física, la obra de Elohím. El escuchar una música, su ritmo, su melodía, tiene un efecto sobre nosotros y sobre quien la escucha. Asimismo, cada vez que ejecutamos la partitura de la Voluntad de Elohím con una mitzváh, eso tiene un efecto para nosotros y para quien nos ve o nos lee y también tiene un efecto en el Universo, aun cuando no lo entendamos, o no lo veamos. Ese es uno de los principales propósitos por los cuales Elohím creó al Ben Adám: nos creó para que ejecutemos la Obra Maestra de Elohím.
Cada uno de nosotros somos un músico en la Orquesta Sinfónica de Elohím. Cada objeto, cada  persona, cada estrella en los Cielos, como dice en Tehilím 19:2, que “los Cielos cuentan la kavód/honor de Elohím/Ha Shamáim mesaprím kavód El/la-dwbk Myrpom Mymsh”; ellos están ejecutando la Obra Maestra, la Sinfonía de Elohím. Elohím creó a las estrellas, a los animales y a los pájaros para que cuenten y canten la Sinfonía de Elohím. Pero nosotros, los Bnéi Adám tenemos la libertad de contar o no la kavód de Elohím. Esta es otra verdad dentro de la percepción judía de la cultura y de la civilización judía. Cada músico en una orquesta sinfónica tiene notas diferentes que tocar, pero unidos, tocan un ajdút/una unidad, una sola melodía. Esta es la suprema importancia de la unidad y por eso hay tantas mitzvót acerca de la unidad con los demás y con Elohím. Cuando tocamos “nuestra partitura” en unidad, estamos mostrando que, por lo menos en nuestra familia, que es parte de la cultura judía en nuestra ciudad, Elohím es ejád/Uno.
       Pero cuando hay discordia, pelea, desentendimiento, odio, estamos testificando con nuestra conducta lo contrario; no estamos tocando la Partitura llamada “Elohím es Ejád”. La melodía y la unidad son un problema de armonía, la primera  es un problema musical, y la segunda es un problema mental y espiritual. La falta de unidad es siempre una falta de armonía que  las más de las veces se origina en una falta de conocimiento de nosotros mismos, y así, llegamos a ser la fuente de todos nuestros propios problemas con los demás. No son los demás los culpables, sino nosotros mismos los que causamos con nuestro desconocimiento de las leyes psicológicas internas que están actuando mal en nosotros, los causantes de la desarmonía, tanto en la familia como en la sinagoga. El deseo de controlar a los demás, por ejemplo, algo que podemos arrastrar de nuestros padres y abuelos, trae desarmonía y falta de unidad. Cuando entendemos esto mediante la comprensión y la aceptación de este sencillo hecho,  y sacamos nuestro espíritu de control de nosotros, la armonía perdida se restablece entre dos o más personas.
         Aunque todos toquemos notas diferentes, aunque tengamos caracteres diferentes, aunque toquemos “una música diferente”, todos pertenecemos a la misma orquesta y todos estamos tocando lo que Elohím desea para cada uno de nosotros. Pero el tocar una partitura no es fácil: le llevó años y años a cada integrante de la orquesta el dominar su instrumento y el aprender a tocar en una orquesta, como un ejád. El “ejecutar toda la Toráh de Elohím” no se logra en un día. Por eso es tan importante el comunicarse con Elohím, que es “el Maestro” (como se le llama al director de una orquesta sinfónica). Sólo a través de los años y del esfuerzo y el estudio y de la comunicación con nuestro Maestro, podremos aprender a tocar correctamente la Toráh, a ejecutar cada mitzváh correctamente. Al hacerlo, estamos injertándonos en la cultura y en la civilización judía, y comenzaremos a percibir la realidad a nuestro alrededor como Elohím lo desea: como un judío. Pero el comunicarnos es inmensamente superior al sólo tratar de ejecutar las mitzvót. La comunicación trae conocimiento íntimo de Elohím, mientras que el sólo cumplir trae una religión aislada y aislante, que puede ser cambiada por otra religión en un abrir y cerrar de ojos.
Cuatro modalidades para actuar. El hombre fue creado por Elohím para aprender, pero en el fondo, es un aprender para hacer. Para lograr la incorporación, tanto de una identidad propia judía como de una resultante perspectiva judía del mundo, que brota naturalmente de esa identidad propia, Elohím también dotó al Pueblo Judío del destino de una contribución a la humanidad, la que examinaremos a continuación. Existen cuatro modalidades que el hombre puede adoptar: puede hacer todo con (1) egoísmo, para satisfacer sus deseos, gustos, o hasta sus adicciones; puede comenzar a ser tocado por Elohím dentro del judaísmo, creando así espacios vacíos (como el Shabát) para llenarlos con (2) conductas que le modifican el cuerpo y la mente; estas son las mitzvót/mandamientos; y puede utilizar estos espacios dejados vacíos al cumplir el mandamiento, como el shabát. Esto puede ser un comenzar a vivir una vida espiritual, en (3) unión/ajdút con Elohím y, como resultado de esa ajdút con Elohím, especialmente fuerte en el JM/JMR—por lo menos potencialmente--por la presencia del Rébe Ieshúa dentro nuestro, en una relación de (4) Ahaváh/Amor sacrificial, dador al amigo/javeró.
3. “SOÑAMOS SUEÑOS JUDÍOS”: 
 LA INCOMPARABLE CONTRIBUCION JUDiA AL MUNDO
      Como resultado directo de esa triple identidad que viene de Él, de una identidad propia (cómo se ven a sí mismos) y de la resultante peculiar perspectiva del mundo, Elohím le ha dado en herencia al Pueblo Judío una serie de paradigmas, que son únicos e incomparables; esta es la incomparable e inmortal contribución judía al mundo. Dice el autor cristiano Thomas Cahill en su best-seller  “The Gift of the Jews/El regalo de los judíos” (al mundo), según citado aquí del periódico israelí Haáretz del 28 de julio de 1999:
       “La especial y energética influencia (de los judíos) a la cultura en todo el mundo y por lo tanto, la contribución de los judíos como inventores de la Cultura Occidental es en sí misma, única. Simplemente, no hay nadie como ellos. No es posible imaginar los más grandes movimientos de liberación de nuestro tiempo sin referencia a la Biblia. Sin la Biblia, no podríamos ver la emancipación de los esclavos, la mejoría en los sistemas carcelarios, los movimientos anti-bélicos, los movimientos obreros, los movimientos por los derechos humanos y varios movimientos de las naciones más pobres. La democracia surge directamente de la visión judía del individuo. Cada individuo es valioso porque cada uno está hecho a la imagen de Dios y cada uno tiene su destino personal y único. Los judíos nos han dado lo exterior y lo interior. De los judíos es la visión del mundo y de la vida...Soñamos sueños judíos y tenemos aspiraciones que son judías. La mayor parte de nuestros mejores conceptos, de hecho, nuevo, aventura, sorpresa, individuo único, persona, vocación, tiempo, historia, futuro, libertad, progreso, espíritu, fe, esperanza, justicia—son regalos de los judíos.”
       El concepto de “tiempo” en el budismo, cristianismo, judaísmo es un círculo, una línea recta. En el JMR es una elipse o una espiral. Ya que no tenemos espacio en una parasháh tan corta como ésta como para expandirnos como desearíamos, daremos sólo un ejemplo: el concepto de tiempo en cuatro civilizaciones diferentes.
En el Budismo, como dice el escritor Henri-Charles Puech, en su libro, “Man and Time (El hombre y el Tiempo)”: “Ningún suceso es único... todo suceso ya ha sido llevado a cabo, es llevado a cabo y será llevado a cabo, perpetuamente; los mismos individuos ya han aparecido, aparecen y aparecerán en cada vuelta del círculo”. Pero, si el tiempo es circular, nada ni nadie importa, la vida tampoco importa, ya que de todas maneras, todo va a volver a suceder; nosotros vamos a volver a suceder y el futuro no puede influenciarse.
De acuerdo con la Civilización Occidental y sacado de la lógica bipolar de Platón, el tiempo es lineal: va del pasado al futuro pasando por el presente de hoy; dicho sea de paso, esa es nuestra concepción, la Occidental. (Esta visión es miope ya que sólo ve el pequeño trozo de camino recto que tiene a sus dos costados, pero, si se moviera al espacio y mirara esa línea recta, vería que esa línea recta sólo es parte de una estructura mucho mayor, una elipse, de la cual la línea recta es sólo una pequeña parte.) De acuerdo al judaísmo, sin embargo, los sucesos se mueven, nunca se repiten a sí mismos, sino que el tiempo es una serie de elipses cada vez más altas.
En el JMR II, percibimos esta serie de elipses, desde afuera, como UNA espiral ascendente compuesta de elipses, que están compuestas de líneas rectas dentro de un único marco de espaciotiempo. Pero, si el judaísmo y el JMR II tienen razón, todo tiene importancia; lo que usted y yo hagamos tiene importancia y hasta puede cambiar al mundo; todos importan. Cahill ofrece dos explicaciones a la aparentemente “inútil” aparición de las interminables genealogías en el Tanáj: según la primera, estas indican que todos importan; la segunda explicación es que el Tanáj no es mitología, como la griega, sino historia de seres reales, que existieron. El concepto judío del tiempo con la elipse y el JMR II con la espiral, además, nos habla de un crecimiento constante, donde cada vuelta en la espiral, cada año, está en el mismo punto, pero más alto cada vez. Este crecimiento es orgánico, como todo ser vivo y este es el crecimiento que en el JMR II proclamamos.
        El concepto judío de Elohím. Otra enorme contribución judía al mundo es su concepto de Elohím. Es la única religión, aun hoy, que es verdaderamente monoteísta y que habla del verdadero Elohím y no de “Dios” (ya que “dioses” hay millones): “Hashém Ejád.” Las “tres Personas” del cristianismo no constituyen monoteísmo, son un triteísmo. El Elohím de Israel, es un Elohím que activamente interviene en la historia, cambiándola; y no tiene rival alguno ni “Dios” que comparta con Él su Deidad suprema. Esta lucha por diseminar el conocimiento del único Elohím verdadero comenzó con Avrahám, el primer hombre que “descubrió” el monoteísmo, en lucha contra un mundo que quiere negarlo o sustituirlos con docenas de “dioses.” Es el único Elohím que habla con el hombre aun hoy en día, aunque el judaísmo rabínico no lo admita así como lo decimos, el Tanáj sí lo corrobora. A través de esa relación, no de una religión, todas las Verdades absolutas son posibles conocerlas. Es el único Elohím que es un Padre para todos los judíos y a la vez un Esposo para Su Pueblo, Israel.
El concepto judío del pobre. Una contribución adicional es la visión del Tanáj acerca del hombre común, del pobre, del desamparado. No existe otra religión donde un pobre tenga los mismos derechos legales o religiosos que un rey o que un poderoso. Los “modernos” Derechos Humanos son una creación del Tanáj, hace nada menos que 3.300 años atrás.
La diseminación de la moral judía. La última contribución que tenemos espacio para mencionar es la diseminación del judaísmo moral en todo el mundo. Esta es la verdadera razón del Galút/la Dispersión que comenzó con la destrucción del Segundo Templo, en el año 70 d.M. y que se revertió, pero sólo en parte, con la fundación del Estado de Israel en 1948.  Todos estos valores universales que Cahill cita como judíos, provienen de Elohím y El hizo que se diseminaran por el mundo acompañando al Pueblo Elegido, los judíos, para que los demás pueblos tuviesen la oportunidad de, ya sea aceptarlos e incorporarlos a sus propias culturas, o rechazarlos como “judaizantes”, lo que la mayoría efectivamente hizo, para su propio detrimento. Los países que han aceptado y adoptado la ley como principio básico para sus sociedades, como es el caso de los EE.UU., disfrutan de una prosperidad y un progreso como ningún otro país en la historia.                          
Las ventajas y desventajas de poseer una identidad, una perspectiva y una contribución judía. El estar inserto dentro de esta identidad, perspectiva y contribución, de esta escala de valores, de esta cultura y de esta civilización tiene sus puntos ventajosos y sus puntos desventajosos. Como ventajas podemos mencionar la relación con Elohím, que, de nacimiento nos trae la salvación del espíritu que los góim no tienen—pero pueden acceder una vez que se conviertan, según Fil. 3:3 primero en Bnéi Nóaj (Hijos de Nóaj), según Hchs. 15:19-20, cumpliendo siete mitzvót y luego entren de a poco (Hchs. 15:21) al judaísmo mesiánico o al mesiánico renovado por fe—siempre que no abandonen a Ieshúa como Elohím, como muchos ya lo han hecho. También podemos mencionar una visión de la realidad muy diferente, con la familia y los valores familiares como base fundamental de la vida del judío; el valor altísimo que se le da al estudio y a la cultura.
Otro resultado, no tan visible, pero digna de admirarse es una estabilidad familiar y una prosperidad y estabilidad mental, intelectual y financiera y una ausencia de alcoholismo y otros vicios  poca veces vista en la historia del mundo sobre una base sostenida, año tras año, siglo tras siglo, país tras país. Los judíos pobres o los no muy inteligentes son el resultado de generaciones de haberse salido de esta identidad, contribución, cultura, civilización y perspectiva judía de la realidad y la vida. Esto no es la norma en las otras grandes civilizaciones, como la griega, la romana o la egipcia. Aquellas tuvieron sus momentos de gloria, aunque ya son cosa del pasado “clásico”. Los griegos, los romanos y los egipcios de hoy nada tienen en común con los griegos, romanos y egipcios en las cúspides de sus civilizaciones. Los únicos que continúan estando presentes, sobrevivientes a las veinte/treinta civilizaciones que existieron en la historia, y mencionadas por Dimont son los judíos y serán los únicos que vencerán, durante el Milenio, desde Irushaláim, con el Mesías Ieshúa reinando desde allí.
Por todo lo dicho, es fundamental que los judíos por fe, los JM/JMR nos esforcemos por adquirir e incorporar tanto una identidad propia judía lo más profunda y completa posible, y así poder disfrutar de una perspectiva judía como de aumentar nuestra contribución al mundo en todo los órdenes de la vida, desde la cultura hasta la política y las finanzas, pero especialmente en la revelación continua de la Verdad de Elohím.
Sin esta disciplina de continua revelación, todo lo que se tiene es otra religión nueva y diferente, lo cual no es para nada suficiente, ni tiene valor alguno. De nada sirve salir de una religión para entrar en otra. Nadie debería estar atado a tradición alguna, ni cristiana ni judía, sino sólo la Toráh tal cual fue revelada por Elohím, como dice Irmiáhu 23:16-17: “Así dijo IHVH Tzvaót/de los ejércitos: No escuchéis las palabras de los profetas que os profetizan; os hacen desvanecer; hablan visión de su corazón, no de la boca de IHVH. Dicen atrevidamente a los que me aíran: IHVH dijo...” El crecimiento debe venir de la continua revelación, no de la tradición. Tradición es lo que se origina en la mente del hombre. Revelación es lo que se origina en la Mente de Elohím. Una revelación que se sigue, no se transforma en tradición con el tiempo, sino que sigue siendo una revelación tan fresca como el primer día. Y lo contrario también es verdad: Una tradición de un hombre no porque sea fresca y nueva constituye una revelación. Los que nos ciñamos a este principio y al de recibir todo por revelación, estaremos a salvo de los errores y de los desvíos.

En conclusión,
 aprovechemos en este shabát
a sumergirnos en esta enorme y preciosa herencia
que nos dejó Elohím para que la hagamos nuestra.

...

1 comentario:

  1. “¿QUÉ HERENCIA NOS DEJÓ ELOHÍM”

    “Los griegos adoraban la santidad de la belleza.
    Los judíos encontraron belleza en la santidad”.

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SHALOM SHALOM...

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