29 noviembre, 2011

PARASHÁH No.
7.
VAIETZÉH/Y SALIÓ
 Lectura de la Toráh:
 Bereshít/En el Principio/ 28:10-32:3
Haftaráh: Hoshíah 12:13:14:10
7 DEL MES NOVENO DEL 5772/
3 DEL MES DE DICIEMBRE DEL 2011
Por
Julio Dam
Rébe Mesiánico

EL QUEBRANTAMIENTO
COMO TÉCNICA
DE CRECIMIENTO ESPIRITUAL
  
     Nuestra parasháh de esta semana habla acerca de la vida de Iaakóv.
Iaakóv es un modelo para nuestra vida:
es lo que Elohím desea hacer con y por nosotros,
 pero nosotros no queremos eso:
Iaakóv: luchó desde la matriz de su madre para ganarle a su hermano, Esáv,
y nacer primero.
Su nombre mismo significa “suplantador”
y se hizo orar por su padre, engañándolo y haciéndose pasar por su hermano Esáv.
Fue estafado por Laván (nombre que irónicamente significa “blanco”) por muchos años.
Su querida esposa, Rajél murió camino a casa
 (hoy está enterrada en Béit Léjem y su féretro se podía visitar hasta hace pocos años).
 Su hijo Iósef fue vendido por sus hermanos a Mitzráim/Egipto y por eso,
 perdió contacto con él.

    Su vida fue muy dura porque Elohím quiso doblegar su yo,
 su astucia, sus mañas y hacer de él un hombre de Elohím.

Para eso, tuvo que quebrar su yo y sus aspiraciones y maquinaciones y clavar su yo,
 para que no moleste en la obra que Él tenía con Iaakóv.

 El “hombre exterior” de Iaakóv,

 como lo llama el Rav Shául (nuestra alma, nuestro yo)
fue golpeado hasta que ya no pudo más y cedió,
 especialmente en su encuentro con el ángel/málaj de Elohím,
 que le rompió el músculo de la pierna,
 que es la parte de nuestro cuerpo que nos hace más fuertes.
     Cuando nuestro yo ya no puede lidiar con las circunstancias adversas,
 Elohím recién está en condiciones de usarnos,
 haciéndonos funcionar por medio de nuestro
 “hombre interior”,
 nuestro espíritu/rúaj,
 como lo llamó Shául.
     No puede haber ningún crecimiento verdadero,
 a menos que nuestro yo sea quebrantado por la mano de Elohím
 y nuestro hombre interior, nuestro rúaj sea liberado por Elohím
y podamos funcionar en esta nueva modalidad espiritual.
 Sólo así podemos servir a Elohím,
 como Elohím mismo hizo con Su Hijo,
Ieshúa,
quien tuvo que morir en el árbol de olivo de Romanos,
 para poder servir a toda la humanidad desde dentro de nosotros,
 desde nuestro propio rúaj.
 No hay nada que dé resultados iguales:
 ni estudiar la Toráh, ni orar, ni rogar a Elohím,
ni ninguna enseñanza puede hacer
lo que la muerte de nuestro ego
puede hacer a favor de nosotros
 a través del quebrantamiento.

    Cuando nuestro ego es golpeado
 y herido por insultos, heridas y contratiempos,
 allí es cuando nuestro rúaj puede ser liberado recién.
 Como dice en Iojanán 12:24:
 “En verdad, en verdad te digo,
 que si el grano de trigo no cae en la tierra y muere,
queda solo; pero si muere, lleva mucho fruto” .
    La cáscara del grano de trigo es nuestro orgullo,
 nuestras ambiciones carnales,
 nuestra sensibilidad, nuestro yo.
 Cuando esa cáscara es rota por la Mano de Elohím
 actuando en nuestra vida,
 el grano de trigo, que es nuestro rúaj,
 recién puede entrar en la tierra y crecer,
 como lo hizo Iaakóv,
 y dar mucho fruto,
un fruto agridulce, ya que nuestro ego está sangrando,
 pero Elohím está allí, al lado nuestro,
 trabajando siempre a través de nuestro rúaj
 para hacer de nosotros un nuevo Iaakóv (“suplantador”),
 ahora llamado “Isra El” (“luchó con Elohím y venció”).
     La mayoría de nosotros estamos sin ser quebrantados por Elohím,
 porque no queremos sufrir
 y no nos dejamos tocar por Él.

 El resultado es estancamiento espiritual y mental,
 o en el peor de los casos, amargura y resentimiento,

 porque no entendemos la obra de Elohím en nuestras vidas
 y resentimos lo que nos está sucediendo.
      Si queremos ser útiles a Elohím,
debemos dejar que nos quebrante.
 Si no queremos sufrir, nunca serviremos a Elohím en nada,
ya que Él no puede trabajar con nuestro ego,
 sino sólo con nuestro rúaj.
 El gran enemigo de Elohím para usarnos
somos nosotros mismos.
 Hasta que nuestro yo no sea quitado de en medio,
 no podremos serle útil a Elohím y por lo tanto,
 nos dejará a un lado, hasta que reconozcamos esto.
  
  Iojanán 6:63 dice: “El Rúaj es el que da vida (eterna)”.
Cuando recibimos a Ieshúa,
 el Rúaj ha Kódesh vino a vivir en nuestro rúaj,
 dándole vida, en la medida en que nosotros le dejamos vivificarnos.
 Él está allí,
 esperando que nosotros lo dejemos salir y actuar.
 Si lo mantenemos constreñido por nuestro propio ego,
 no puede actuar, ni en nosotros, ni en los que nos rodea
y nuestra vida espiritual sufre en consecuencia.
 Muchos de nosotros tenemos que ser quebrantados hasta casi la muerte,
para que reaccionemos y veamos y entendamos
que no puede haber vida espiritual por medio de nuestro ego,
 sino sólo por medio del Rúaj ha Kódesh
actuando desde nuestro rúaj,
dejando a un lado nuestro yo
y nuestras aspiraciones y reacciones carnales.

     Todos somos Iaakóv,
pero sólo muy pocos de nosotros nos dejamos convertir en Israel.
 ¿Por qué no?
¿Por qué muy pocas personas tienen un cambio en sus vidas?

(1)          Porque es muy doloroso y muy en contra de nuestros deseos y aspiraciones,
que QUEREMOS ver logradas, en vez de someternos a Su voluntad en nuestra vida.
 Queremos SEGUIR nuestros destinos marcados por nosotros mismos,
 en vez de “Sométanse a Elohím, resistan a ha satán y huirá de ustedes”.
 Todos citan la primera parte, pero se saltean la primera:

 “Sométanse a Elohím”,

 porque es demasiado penoso el hacerlo,
es el fin de nuestro ego,
 de nuestras ambiciones,
 aunque solo fuesen ambiciones espirituales,
 ya que sólo deseamos las que NOSOTROS queremos lograr,
 no las que Elohím desea que tengamos
 y de la manera que El desea que las obtengamos:
por nuestro sometimiento a Su voluntad.

(2)          Nuestro amor propio.
 Nos amamos demasiado a nosotros mismos.
Debemos orar pidiendo a Elohím que quite de nosotros
todo amor a nosotros mismos
y que El haga Su voluntad en nuestras vidas.

(3)          No vemos el trabajo del Alfarero en nuestras vasijas
y creemos que es un ataque de ha satán
o de las personas que nos están dañando,
 cuando en realidad es Elohím,
que está moldeándonos.

(4)          Nuestra mente, inteligencia y emociones
(mayormente negativas)
están funcionando todo el día,
 mientras que nuestro rúaj,
 que está habitado por Ieshúa viviendo en él,
 está inactivo,
 porque no lo dejamos actuar,
 porque ni sabemos cómo,
 ni QUEREMOS que actúe,
 por miedo a que interrumpa lo que estamos haciendo,
 deseando hacer.

El resultado es una frialdad espiritual total.
 Podemos estar hablando de temas muy profundos,
 pero como no estamos en lo más mínimo quebrantados,
 nuestro rúaj no está afectado ni involucrado para nada en lo que estamos hablando
 y nuestra enseñanza es fría y carente de revelación
y totalmente carnal.
Es nuestro orgullo el que está al mando,
 tratando de convencer a todo el mundo de que sólo nosotros tenemos razón
 y de que todos los demás están equivocados.
Hay muchos creyentes que creen que orando
se puede estar en la presencia de Elohím todo el día.
 Esto es sólo una ilusión:
 se está en la presencia—mientras dure la oración
pero en cuanto ésta se termina,
 se termina también la Presencia en nuestro ser.
 Esto se debe a que nunca hemos sido quebrantados.
 Esta falta de quebrantamiento trae consigo que no estemos en la misma “longitud de onda” que Elohím,
 que es Espiritual.
 Nuestra carne, nuestro “hombre exterior”
no puede estar en comunicación con el Padre,
 que es Espíritu/Rúaj.
Es por eso que la unión con Elohím sólo dura lo que dura nuestra oración.
 Sólo con nuestro rúaj podemos estar en comunicación con Él,
no con nuestra carne.
Como somos carnales,
 la Presencia de Elohím sólo dura mientras dura nuestra oración.
En el momento que dejamos de orar,
estamos a merced de los estímulos sensoriales
y del mundo sensorial a nuestro alrededor y reaccionamos a éstos con nuestra psiquis (alma)
 y nuestro cuerpo,
 por lo que perdemos la Presencia de Elohím continuamente.
     El único remedio contra esto es nuestro quebrantamiento del “hombre exterior”,
de nuestro ego y nuestro yo.

Nuestro crecimiento espiritual y nuestra unión con Elohím
depende del grado de quebrantamiento que estamos dispuestos a que Elohím lleve a cabo en nosotros. Cuanto más quebrantamiento, más nos vamos a aislar emocionalmente del mundo sensorial
 y menos le vamos a prestar atención.
     Muchos, queriendo estar en Su Presencia,
se aíslan físicamente, y se vuelven ascetas, como los Isiním (“Esenios”)
en el Siglo I y los monjes actuales.
 Pero la solución no está en el aislamiento físico,
 sino en el quebrantamiento de nuestro ego.
Cuando éste se efectúe en un grado mayor,
es muy poco lo que nos va a perturbar o distraer de Su Presencia.
    Esta debería ser nuestra meta espiritual:
lograr el quebrantamiento de nuestro ego,
mientras nuestro rúaj se fortalece, estando en la Presencia de Elohím.
 De allí surgirán todos los logros
y todo el crecimiento espiritual que logremos experimentar.
 ¿Desea usted ser siempre Iaakóv, o llegar a ser Israel?

¡Está en sus manos!

¡UN FELIZ SHABÁT!

No hay comentarios:

Publicar un comentario

SHALOM SHALOM...

Nota: solo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.